Este miércoles 11 de enero se cumplen cuatro años del fichaje de Diego Lainez por el Real Betis. Y no puede ser un aniversario más triste para el extremo, que ha dejado de contar ya para el técnico del Sporting de Braga, Artur Jorge, quien habría solicitado al club que devuelva al mexicano a la mitad de su préstamo, suscrito en un primer momento hasta el 30 de junio de 2023, con una opción de compra de siete millones de euros que, visto lo visto, no se ejecutará. Las escasas prestaciones del zurdo, según 'O'Jogo', habrían agotado la paciencia de los técnicos y responsables del conjunto portugués, que desean potenciar esa demarcación en esta ventana invernal y que precisan de su ficha, por lo que tratarán de llegar a un acuerdo con la entidad verdiblanca para romper el vínculo, aunque el ex de América tendrá que buscar otro acomodo, ya que, si bien en Heliópolis hay dos fichas sin ocupar, el tope salarial está sobrepasado y no se contemplaba su vuelta ahora.
Consecuencias económicas aparte, que tendrá que asumir el Braga (como el Forest con Badé, salvando las distancias, o el Sevilla con Dolberg, lavándose las manos Rennes y Niza, respectivamente), el futuro de Lainez se vuelve a cubrir de negros nubarrones, ya que no ha sido capaz de convencer a cinco entrenadores en estos cuatro años. Clubes de su país, como Rayados de Monterrey, se ofrecieron a repatriarlo, pero el atacante, que renovó hasta 2025 antes de irse cedido, siempre ha sido muy reacio a desandar lo andado. Con más de veinte días aún de mercado invernal, el pequeño de la zaga, a sus 22 años, cuenta con bastante margen de maniobra para relanzar su incipiente carrera. En su día, el Betis se lo quitó a Lyon y Ajax, entre otras escuadras de primer nivel, abonando a la azulcrema 14 millones de euros (en cómodos plazos) por el 80% de sus derechos.
El extremo diestro se opuso durante sus primeras temporadas como verdiblanco a marcharse a préstamo, a pesar de que tuvo opciones en Primera (Levante, Rayo Vallecano, Elche, Cádiz...) y Segunda división para acelerar su adaptación a una Liga española tan difícil como exigente. Tras dos años, según confesión de su propio presidente, intentando reclutarle, aceptó marcharse al Braga, donde no ha tenido continuidad por culpa de pequeñas lesiones, algún que otro problema digestivo y su propio nivel, por lo que se marchará, de completarse este movimiento, por la puerta de atrás. Ahora, con el retorno al Betis prácticamente descartado, le tocará buscar un proyecto que le agrade y donde pueda tener la repercusión que necesita también, aunque en las oficinas del Benito Villamarín hace tiempo que dar por perdida la inversión realizada en 2019.