El Real Betis ha inaugurado el mercado de fichajes de enero antes de que la hoja de diciembre cayese del calendario. Este mismo miércoles, 27-D, ha llegado a Sevilla Johnny Cardoso, el primer refuerzo invernal para Manuel Pellegrini, quien después de pasarse todo el otoño recordando que el club había dejado tres fichas libres en septiembre (dos tras la llegada de Sokratis para coger el '19' de Luiz Felipe) se mostró pesimista en la última rueda de prensa de 2023 asegurando que las necesidades están más que detectadas y analizadas, pero que ocuparlas o no dependería de la maltrecha realidad económica de la entidad. El nombre del central brasileño Vitao, que termina contrato y llegaría a coste cero si Planes logra liberar una plaza extracomunitaria con la salida de Luiz Henrique, es otro de los puntos candentes de la agenda. Y luego, está la delantera, pero eso es más una aspiración que una posibilidad real. Al menos a día de hoy.
Según ha podido saber ESTADIO Deportivo, salvo que se dé un giro inesperado de guion o caiga una venta muy lucrativa que no está prevista a priori, Borja Iglesias y Willian José terminarán la temporada con la ayuda de los polivalentes Ayoze Pérez y Assane Diao. En los últimos meses se ha debatido mucho sobre la mejoría defensiva del Betis con respecto a otros cursos (y pese a lo corto de efectivos que Pellegrini anda atrás) y al contraste de esta solidez con una manifiesta incapacidad para materalizar el dominio y las ocasiones que el equipo genera. No obstante, la economía no da para pensar en ir a por un '9' de garantías ahora y de momento tampoco hay movimiento alguno para la salida de los puntas que tiene en nómina.
Al menos, Willian José está respondiendo y es el máximo goleador verdiblanco en esta primera mitad de la 22/23 con 10 goles en 22 partidos oficiales. Sin embargo, la situación de Borja Iglesias comienza a parecerse mucho a la de su primer año y medio en La Palmera. La caprichosa 'pelotita' no quiere entrar. El Panda ni siquiera ha estrenado su casillero anotador en LaLiga cuando está a punto de acabarse la primera vuelta y sólo suma dos dianas, una en la Europa League (al Aris Limassol el 9 de noviembre) y otra en Copa del Rey (el 6 de diciembre al Villanovense). En el torneo liguero, el gallego no moja desde el doblete al Girona FC del pasado 28 de mayo y, es más, ni siquiera ha tenido minutos en seis de las ocho últimas jornadas.
Pese a ello, Borja se toma esta sequía y esta consecuente pérdida de protagonismo con filosofía y con tranquilidad, manejando la lógica ansiedad por no marcar desde la experiencia que le dio su profundísima crisis goleadora de su primer curso en el club de las trece barras y, sobre todo, la explosión realizadora de las dos temporadas siguientes. Tuvo ofertas para salir el pasado verano, pero cerró la puerta sin pensárselo y ahora tampoco se plantea un cambio de aires en enero. Todo lo contrario. Está convencido de que los goles volverán y está agradecido por el apoyo que le muestran sus compañeros y por el cariño que sigue percibiendo de la grada del Benito Villamarín.
Cabe resaltar que el problema de la falta de gol de Borja Iglesias no se debe a que acumule un sinfín de ocasiones falladas. Es más, el problema es que tira muy poco a portería. En ese sentido, los que mejor le conocen transmiten a este periódico que mantiene la calma y recuerdan que no en pocos partidos se ha quedado solo ante el portero y, a pesar de la imperiosa necesidad que tiene de marcar, ha renunciado al clásico egoísmo de los delanteros para buscar asistir a otro compañero que llegase en una posición más liberada para definir. Eso habla mucho de su implicación y de cómo antepone el bien coletivo al individual.