Llama más la atención por sus colores, blanco y rojo, desde siempre 'non gratos' en el Benito Villamarín, como lo es el verdiblanco en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, una bandera ha generado mucha polémica en las redes sociales con la primera combinación. Un sector de la afición del Real Betis denuncia de nuevo la politización de la grada más popular del coliseo de La Palmera, el Gol Sur, donde se concentran los ultras heliopolitanos. Ni que decir tiene que una hinchada en su conjunto no tiene por qué asumir el lado ideológico de sus radicales, pero no es ningún secreto que los de este lado de la ciudad son afines a la ultraderecha y los de Nervión, a la ultraizquierda. Desde hace años, LaLiga presiona a sus afiliados para que controlen y persigan cánticos y pancartas que atenten contra los derechos fundamentales de personas y colectivos, especialmente los vulnerables. Aunque siempre hay fisuras.
Cada vez más béticos denuncian que un seguidor del equipo que ocupa un asiento del graderío más orientado hacia la carretera de Cádiz blande en varias ocasiones durante los encuentros de casa una bandera con la Cruz de Borgoña, para muchos un logo sin connotaciones fascistas, ya que inicialmente se trata de una representación de la Cruz de San Andrés con aspas dentadas que, desde 1506, forma parte de los escudos de armas del otrora imperio español, vinculado especialmente con el Ejército del Aire desde la Guerra Civil Española. La hicieron suya los carlistas y, aunque pertenece al entorno de los emblemas del Rey de España, el Informe Raxen elaborado por el principal observatorio europeo contra el Racismo, la Xenofobia, el Antisemitismo, la Islamofobia, el Neofascismo y la Homofobia, Movimiento contra la Intolerancia, lo incluye, junto a la Cruz Celta (que también aparece con frecuencia), en la nómina de la simbología de odio en los estadios de fútbol.
Con más de 4.000 agresiones al año con estos tintes, alrededor de 80 muertos en los campos desde 1992 y más de 400 webs y portales que divulgan estas ideas prohibidas, la persecución de estos delitos entra dentro de las competencias de la Comisión Antiviolencia, que vela por el orden y el respeto en los recintos deportivos, aunque las autoridades del sector claman por medidas más drásticas y serias cuando se detecten actitudes que promuevan el odio y la intolerancia. Los clubes de elite, entre ellos el Real Betis, están comprometidos con la paz y el bienestar en sus instalaciones, mostrándose intransigentes a la hora de frenar tales exhibiciones, si bien nunca es posible controlar a tantas decenas de miles de personas.