Lo sucedido en el FC Barcelona con la última convocatoria ofrecida por Xavi Hernández para el último partido de la fase de grupos de la UEFA Champions League frente al Royal Antwerp es algo insólito. Al menos, lo es el hecho de que se haya reconocido públicamente que el presidente ha influido en la modificación de la misma.
Y es que cuando las cosas se fuerzan demasiado, suelen salir mal. Y en la entidad catalana forzaron demasiado pronto la llegada de uno de sus últimos ídolos al banquillo culé cuando ni tan siquiera tenía más de tres años de experiencia y cuyo currículum como técnico lo había labrado en Qatar.
Relevó a Koeman hace dos años y, habiéndose reforzado mucho y bien en cada ventana que le ha permitido el mercado de fichajes, ha conseguido una Liga y una Supercopa de España. Estos dos títulos son los dos únicos hilos que le siguen manteniendo como entrenador ahora mismo. Dos logros que, a medida que van pasando los meses, van convirtiéndose en miniaturas con desastres como los vividos durante dos años consecutivos en la Europa League o el que se consumó el pasado domingo en el Lluís Companys ante el Girona (2-4).
Porque lo que está claro es que, desde que tomara las riendas del primer equipo barcelonista, Xavi ha perdido más que ha ganado. Y no sólo en el terreno de juego, sino también fuera de él. Su imagen como deportista está quedando, jornada tras jornada, algo deteriorada ante las múltiples excusas que pone para justificar cada tropiezo de los suyos. Que si el sol, la hora, el césped, las críticas de la prensa... La falta de autocrítica que muestra ante los medios de comunicación hace incomprensible para muchos que haya llegado tan lejos como jugador.
"Un Barça en construcción" es su frase más utilizada desde que llegó al trono azulgrana. Sin embargo, no termina de encontrar los planos y no parece que los vaya a encontrar. Porque no se entiende que, después del ridículo que hizo su equipo en la última jornada liguera, se quiera permitir el lujo de quedar bien con las figuras de su equipo y darles descanso en la última jornada de la Champions porque el equipo ya está clasificado.
¿Cómo se le ha podido olvidar que el club está en bancarrota y que cada triunfo en dicha competición supone un ingreso de 2,8 millones de euros? Aunque hay muchos detractores ahora mismo de Laporta por haberse entrometido en sus labores como técnico, la causa está más que justificada ante la complicada situación económica que vive el club y ante la torpeza del de Terrasa por su 'bienquedismo'.
Con su paso por el FC Barcelona antes de tiempo en mi opinión y por muchos logros que pueda alcanzar todavía, ha vuelto a dejar claro que para ser un buen entrenador no basta con tener el mejor palmarés como futbolista. Por eso muchos se lo piensan antes de hacerlo y optan por otros caminos. Lo primero que tienes que saber es transmitir tu discurso a los jugadores y, por supuesto, saber adaptarse a la personalidad y características de ellos. Y su falta de experiencia en este sentido es notable y demostrable empíricamente con sólo ver su hoja de ruta.
Son muchos los videos que ha subido el club para intentar ensalzar su figura y las caras de los jugadores en sus charlas o recibimientos en la puerta del vestuario lo dice todo. No llega y punto. Son muy pocos los que parecen conectar con él y ya varios los desplantes que se han intentado maquillar. A otra plantilla quizás, pero a esta no llega. Esta quiere victoria sea como sea. Al igual que la directiva, que ya le ha dado un ultimátum en su viaje a Amberes teniéndole que modificar la citación.
Y el colmo ha sido su última rueda de prensa. Titubeando e intentando engañar a la prensa señalando que la decisión de incluir a última hora a Lewandowski, Gündogan y Araujo ha sido tomada de manera conjunta entre la directiva y el cuerpo técnico porque iban a hacer una noche más fuera y así podían hacer más piña.
Esta ha sido la gota que ha colmado el vaso de tu credibilidad en el Barça. Si antes tenías poca entre los jugadores, ahora ya saben que eres una auténtica marioneta de tu directiva. Salvarías tu imagen dimitiendo como consecuencia de esto que has sufrido. Pero no lo vas a hacer, porque te va a poder más tu orgullo como hasta ahora has demostrado con querer 'jugar a la pelota' por encima de los resultados. Pero que sepas que el primer paso para tu destitución lo acabas de dar tú modificando dicha convocatoria.