Lamine Yamal y Fermín López no sólo han sido la sensación del Barça en este arranque de campaña, sino también la solución para un Xavi Hernández que había perdido a Dembélé para jugar en banda y a Busquets o Kessié en el centro del campo.
El joven jugador onubense, que no tenía sitio en el Barça B el pasado año, deslumbró en el Linares, al que lideró en su logro de casi jugar los 'play off' de ascenso a Segunda con el equipo menos valorado de la categoría. El hoy técnico del Betis Deportivo, Alberto González, le dio la batuta tras llegar el penúltimo día del mercado de fichajes y él, con solo 19 años, asumió el reto.
Natural de El Campillo, una localidad cercana a Riotinto, la cuna del fútbol español, el centrocampista blaugrana ya destacó en el Betis antes de que el Barça se hiciera con él. Tras anotar un gol en el Clásico jugado este verano, poco a poco ha ido ganando protagonismo y ya fue titular en el último partido, ante el Granada.
Fermín López, su padre, narra en el diario Sport cómo fueron los inicios del futbolista blaugrana y lo que le costó llegar hasta lo que es hoy. “Era muy travieso, nervioso, un trasto, no paraba. Al principio lo llevabas al campo y no jugaba, no le motivaba, hacía montones de arena con el albero. Tenía cinco añitos o por ahí. No jugaba a pelota”, indica a este diario catalán su progenitor.
La afición se la metió su tío, el hermano de su madre, que muy pronto se dio cuenta de lo bueno que era. "Mi cuñado es quien lo ha envenenado un poco con esto del fútbol, yo no tenía mucha afición, siempre estaba trabajando. (...) Con siete añitos ya querían federarlo, ya se le veía hechuras. Cogía la pelota, se iba de uno, de otro, nadie se la quitaba, todo el día con la pelota en los pies. Le decía que fuera a por la fruta y se llevaba la pelota. La gente mayor me decía: 'este niño va a llegar a ser futbolista'”, recuerda Fermín López, que tenía que hacer "todos los días" dos horas de trayecto hasta Sevilla para que entrenara con el Betis.
Ahí se fijó el Barça en él. "Vino Carles Martínez, el primero, de incógnito, un par de partidos. Luego me dijo que le dijo a su compañero que se pusiera a mi lado para hacernos una foto y saber si iba a crecer, para ver cómo iba a ser”, cuenta su padre, quien señala que, en un torneo en Tarragona fue cuando se dio cuenta que el Barça iba en serio, cuando fue a verlo el entonces director del fútbol base en el Barça, Jordi Roura. “Está Roura -oyó que decían en la grada- y viene a por el 7 del Betis”. Ése 7 era su hijo. En el verano de 2016 firmó por el Barça y, tras ir subiendo escalones, ha alcanzado el sueño de todo niño: el primer equipo.