Gavi, quien volvió recientemente tras superar una grave lesión, es uno de los referentes para la afición del FC Barcelona. El de Los Palacios ha demostrado, con su tesón, esfuerzo y calidad que es una pieza clave para su equipo. Desde que irrumpiera en la primera plantilla, ha dejado claro que es alguien para tener en cuenta en la entidad de la Ciudad Condal. Sin embargo, todo pudo cambiar si, en vez de marcharse al Camp Nou, hubiera firmado por otro equipo, como, por ejemplo, el Real Madrid.
Dos de los antiguos responsables de la cantera azulgrana, Jordi Roura y Aureli Altamira, desvelaron algunas de las claves de los fichajes de los jóvenes futbolistas blaugranas más importantes de los últimos tiempos y pusieron directamente el foco, entre otros asuntos, en la llegada de Gavi a la entidad. El talento que atesora el internacional no pasa desapercibido y esto hizo que numerosas escuadras se fijaran en él. Por ello, destacan, la rapidez fue fundamental a la hora de evitar que planteles como el de Chamartín les ‘robaran’ a uno de sus mayores talentos.
“Nos llegó una información muy buena de los ojeadores andaluces. Y es básico saber usarla. El domingo ya estábamos viéndolo en Sevilla. Al momento llamé a Aureli porque debíamos activarnos rápido. Hablamos con su agente, Iván de la Peña, porque estaban Madrid, Atlético y Villarreal pendientes y a la semana Gavi ya estaba visitando La Masía. La rapidez fue clave”, contaba Roura en una entrevista concedida a Mundo Deportivo.
“Lo firma Marc Serra, nuestro responsable de Fútbol-7. Físicamente era un portento, pero le faltaba finura y concentración para ser más regular. Era extremo pero lo colocamos de lateral para explotar su velocidad y su llegada. Mejoró técnicamente, con una zurda exquisita, pero tuvimos que apretarle las tuercas. Lo hacía bien, iba sobradito, pero no al 100%. Si quería llegar, tenía que apretar. Lo hizo y ya es un lateral intenso, agresivo, con una conducción maravillosa”.
“Es la historia que más ha costado. Lo vimos por primera vez en un torneo en La Laguna con el Betis. Teníamos muy buena información, pero salieron todos al campo y vimos que él era muy pequeño. Pero empezó a jugar y era muy, muy bueno. “Ya crecerá”, dijimos. Pero no lo hacía. Y su padre cada verano nos decía: “Este año ya le toca irse, ¿no?”. Y le respondíamos que Fermín seguiría mientras estuviéramos en el Barça. A los técnicos, que siempre querían ganar como es normal, les insistíamos: “Tiene que jugar un rato siempre”. Nos da mucha alegría su caso porque se lo ha currado muchísimo”.
“Vino a una prueba con seis años. Era delgadito, poca cosa, caminaba raro... En aquel partido eran 20 niños detrás de un balón. Una locura. Pero de vez en cuando, aquel niño con una pinta extraña hacía cosas que decías: “¡Ostras! ¡Este chaval es distinto!”. La primera sensación fue de escepticismo pero rápidamente nos dimos cuenta de que este jugador era otra historia. Nos sentábamos a ver el partido en la Ciutat Esportiva y comentábamos: “Ahora tiene que pasarla ahí”. Y él inventaba algo distinto y lo hacía bien. Es un jugador muy especial”.
“Actualmente, es de los mejores del mundo. Parece que es capaz de aguantar la presión, esperemos que siga así, porque se le está comparando con Leo y eso son palabras mayores, no, lo siguiente. Está en un equipo con mucho futuro, que se conocen y está bien rodeado. Esto es muy importante para él. Lo más importante es que no se vuelve loco, que no le ves ninguna cosa rara. Tiene la cabeza bien amueblada y su forma de comportarse de momento va bien”, contaban.