El Atlético de Madrid se estrenó el pasado sábado en pretemporada en la tradicional cita anual ante el CD Numancia en El Burgo de Osma (Soria) y lo hizo con una plantilla llena de canteranos debido a la ausencia de refuerzos -más allá del anuncio del fichaje de Robin Le Normand unas horas antes-, a las seis salidas confirmadas -Stefan Savic, Álvaro Morata, Saúl Ñíguez, Memphis Depay, Mario Hermoso y Gabriel Paulista-, a los dos que están disputando los Juegos Olímpicos -Pablo Barrios y Samu Omorodion- y a los cinco internacionales que están de vacaciones tras jugar Eurocopa o Copa América -Antoine Griezmann, Rodrigo de Paul, Nahuel Molina, José María Giménez o Jan Oblak-. Esta situación deja a Diego Pablo Simeone con sólo 11 futbolistas del primer equipo y todos menos Javi Galán formaron de inicio en el primer once estival del Cholo, donde además del prometedor central canterano Ilias Kostis llamó especialmente la atención la presencia de Thomar Lemar. Por fin, el atacante francés encontró la salida de un oscuro túnel en el que ha estado atrapado casi un año. Donde todo era tinieblas, ahora busca "algo bueno". Y de marcharse no quiere ni oír hablar.
Lemar disputó sus primeros minutos tras acumular 10 meses y 10 días de baja después de sufrir una rotura en el tendón de Aquiles de su pierna derecha el pasado 16 de septiembre de 2023, justo antes del descanso de un partido contra el Valencia CF en el estadio de Mestalla. Esa lesión de la que tanto le ha costado recuperararse, estuvo cerca de volver en el tramo final de la 23/24 y sufrió un leve retroceso, amenazaba con poner la puntilla a un paso por el Atlético que evidentemente no ha cumplido con las expectativas. Llegó en el verano de 2018 del AS Monaco a cambio de la desorbitada cifra de 72 millones de euros, acababa de proclamarse campeón del mundo con Francia y sólo tenía 22 años; pero le costó muchísimo adaptarse a los estrictos automatismos de Simeone.
Con todo, el Cholo acabó encontrando un inesperado sitio en el que Lemar se sintiese cómodo: como volante, incrustrado en el triangulo del centro del campo, participando mucho en el juego, asociándose, rompiendo líneas, más generador que llegador... En ese papel fue una pieza muy importante en LaLiga ganada por el Atlético en 2021 y, aun sin librarse del todo de su cartel de jugador frío e intermitente, se hizo un habitual titular hasta su lesión (de hecho, renovó en 2022).
En ese mismo rol volvió ante el Numancia y se mostró muy participativo en los 45 minutos que estuvo sobre el verde. Con contrato hasta 2027 y un valor de mercado devaluado hasta los 10 millones, según Transfermarkt, el futbolista de 28 años no quiere ni oír hablar de rumores de posible salida y sólo piensa en volver a sentirse importante y hacer una buena temporada, que será la sexta como rojiblanco.
"Ha sido muy duro. Gracias a Dios he tenido gente alrededor de mí que me ha ayudado mucho. Lo pasé de una manera difícil, pero me han ayudado mucho de pasarlo bien y gracias al club, a la afición, a Pitillas, a Jesús, que me han ayudado mucho en este momento... Sin ellos habría sido más difícil", explicó en declaraciones a los medios oficiales del Atlético, tras jugar la primera parte del duelo ante el CD Numancia en El Burgo de Osma, en el Memorial Jesús Gil y Gil que su equipo ganó en la tanda de penaltis tras el 1-1 con el que finalizaron los 90 minutos estipulados.
"Todavía me falta ritmo, lo noto, pero poco a poco va a ir todo bien y ojalá que pueda coger ritmo rápidamente", admitió el jugador francés, feliz tras su regreso al grupo después de 10 meses y medio. "El grupo se siente bien, está con ganas", indicó sobre sus sensaciones en su vuelta a un día a día en el vestuario. "Trabajamos muy bien para que todo salga bien durante la temporada. Creo que vamos a hacer algo bueno esta temporada. Vamos a intentar hacer algo bueno. Tenemos un buen grupo y ojalá nos salga todo bien este año", añadió, en tono positivo. Por fin.