El joven Álvaro Djaló vivió este sábado el momento más emotivo de su aún corta carrera deportiva. Se puede decir que, desde hoy domingo, el versátil atacante de 24 años ya es nuevo futbolista del Athletic Club, después de que la Liga de Portugal haya echado el cierre a la 2023/2024. La ilusión por su nueva etapa en Bilbao, ciudad en la que creció este eléctrico madrileño de origen guineano, no está reñido con el desgarro emocional por tenerle que decir adiós a la agradecida afición del Estadio Municipal enclavado en el Parque Deportivo de Dume, que le dedicó una calurosa despedida que hizo llorar a lágrima suelta al ya exfutbolista del Sporting Clube de Braga. No pudo despedirse como le habría gustado, con un triunfo ante el FC Porto que le habría dado la clasificación directa a la próxima edición de la UEFA Europa League. En la última jornada del campeonato luso, el equipo de 'Os Arcebispos' perdieron por 0-1 (Wenderson Galeano) y terminaron en cuarta posición, por lo que tendrá que superar la fase previa para disputar la Fase de Grupos de la segunda competición continental.
"Orgullo de lo que eres, orgullo de lo que te has convertido. El mundo es tuyo y esta siempre será tu casa", con este precioso mensaje, conciso pero directo al corazón, el Sporting de Braga acompañaba el emotivo vídeo de la despedida de Álvaro Djaló, ovacionado por todo el estadio mientras lloraba de manera incesante, mientras se golpeaba el escudo cosido en el lado del corazón y mandaba besos a un graderío que le aclamaba. Desconsolado, ni siquiera los abrazos y gestos de cariño de sus compañeros eran capaces de frenar la desatada emoción del '14', que incluso contagiaba sus lloros a muchos de los presentes. No ha sido una etapa cualquiera, llegó con 17 años para jugar en el Juvenil, creció en el sub 23 y en el filial y los dos últimos cursos ha sido una pieza importante del primer equipo.
De hecho, esta 23/24 ha sido la mejor temporada de su carrera con 16 goles y cinco asistencias en 47 encuentros oficiales repartidos entre Liga, Copa y Copa de la Liga de Portugal, Champions League y la Europa League. Mención especial merece la diana que celebró ante el Real Madrid en la Fase de Grupos de la máxima competición continental, aunque seguramente para él había sido más importante un tanto anoche para darle el triunfo y el tercer puesto al SC Braga. Estuvo a punto de conseguirlo nada más entrar como revulsivo en la segunda parte, tras cumplir la jornada anterior una sanción por su expulsión anterior, pero tras romper en el área gracias a su altísima velocidad no acertó en el remate y se quedó con las ganas de esa última diana.
Su endiablada rapidez, su juego eléctrico, sus desmarques al espacio, su notable capacidad para el desborde, el último pase y la finalización con ambos pies... Djaló ha acaparado mucho protagonismo en el juego del club luso e incluso se ha colado en alguna prelista del seleccionador español absoluto, el ex del Athletic Luis de la Fuente. Todo ello justifica la fuerte apuesta del club vizcaíno, que cerró el pasado mes de marzo una contratación por cinco temporadas con una inversión que le puede hacer auparse al tercer puesto de los fichajes más caros de la historia 'zurigorri' (tras Iñigo Martínez y Yuri Berchiche) con los 15 millones de euros más otros 5,5 en variables en los que se cerró la operación.
Ahora, Djaló vuelve a su casa de Bilbao, donde arrancó su carrera jugando en la SD Begoña y donde ya sabe cómo suenan sus goles. No en vano, hace menos de dos meses pudo celebrar su primera diana en el Nuevo San Mamés, aunque por ahora se tuvo que conformar con hacerlo con la camiseta verde de la selección de Euskadi. Su primera víctima fue la Uruguay de Marcelo Bielsa, que vio cómo el polivalente atacante mostraba otras de sus cualidades y hacía un tanto propio de un '9' de toda la vida, controlando en el área rodeado de defensas para girarse con habilidad y abrirse un sitio para soltar un zapatazo seco ante el que nada pudo hacer el portero. Va a dar muchas alegrías al Athletic y viceversa pero, para ello, antes tocaba pasar por las lágrimas de su despedida de Braga.