La singularidad del Athletic Club de Bilbao a la hora de incorporar jugadores hace que sus movimientos sean muy limitados en el mercado de fichajes, estando siempre pendiente de futuras promesas para su cantera. Los rojiblancos buscan fuera de Lezama talento que incorporar a sus equipos, siendo una de las grandes canteras del fútbol español.
Otro de los clubes que busca talento para sus categorías inferiores es el Villarreal CF, que también posee una de las mejores canteras del país, pero que no tiene el poder económico de Real Madrid, Barcelona o el propio Athletic.
Los líos entre estos dos clubes por futbolistas jóvenes han sido una constante en los últimos años, siendo el conjunto vasco el último en golpear. Ugaitz Quevedo es el último nombre propio de esta 'pelea' entre bilbaínos y castellonenses.
El joven extremo de 17 años, que juega actualmente en el juvenil del Villarreal, abandonó Lezama tras formar parte de la Baskonia Futbol Eskola, teniendo ahora cerrado su regreso a Bilbao.
El Villarreal le ofreció la renovación, pero, según El Correo, Quevedo ha decidido regresar al Athletic para jugar en el juvenil del conjunto rojiblanco, que esta temporada ha sido semifinalista de Copa y de la Copa de Campeones, además de ganar la liga de su grupo.
Con cinco goles en los 26 partidos que ha jugado este curso, el joven atacante vasco firmará por tres temporadas con los rojiblancos.
Este tira y afloja entre Athletic Club y Villarreal también se vivió el año pasado, cuando el 'submarino amarillo' se llevó a un defensa de 14 años de la la escuela de fútbol Baskauri. Desde el Villarreal, según apunta el citado medio, mandan todas las semanas un ojeador a Baskauri, el cual llega desde Zaragoza para ver los partidos de fútbol base.
Nico Serrano protagonizó en 2019 uno de los casos que generó más fricción entre ambos equipos. El Villarreal le reclutó de la cantera de Osasuna, aunque el Athletic se impuso al Arsenal y se llevó al navarro cuando sólo tenía 16 años. El presidente del conjunto castellonense, Fernando Roig, se molestó mucho por la forma de actuar del Athletic, a quien acusó, junto a Barcelona y Atlético de Madrid, de "robar" jugadores "a la mejor cantera de España", negándose a acudir a la comida de directivas previa al partido de San Mamés de aquella temporada, estando el club vasco presidido por entonces por Josu Urrutia.