La
violencia en el fútbol, por desgracia, es un fenómeno que no termina de erradicar ni la pandemia de
coronavirus. Con la mayoría de estadios vacíos o con estrictas limitaciones de aforo en el mejor de los casos, las competiciones locales o regionales, dependientes en asuntos de restricciones de la
RFEF y/o de las comunidades autónomas, son el oasis de los aficionados para seguir viendo en
directo partidos. Sin embargo, la tensión acumulada por este año largo de dura
crisis sanitaria y económica se refleja a veces donde menos te esperas.
Ocurrió en la noche de este viernes a la finalización del
Villaverde-Olivarense, correspondiente a la fase de ascenso (Grupo A) a
Primera Andaluza. El encuentro terminó con
0-3 a favor de los aljarafeños, que superan en la tabla a un rival directo por las dos plazas que dan acceso a la categoría superior, de momento en manos de
Camino Viejo y Mosqueo, ya que, aunque se arrastra la puntuación de la liguilla regular, los grupos no son parejos, por lo que se fija un
coeficiente (puntos entre partidos jugados) para que sea más justo. El de los visitantes en el recinto de Avenida de Aguas Santas es superior, por lo que se colocan
terceros, con su anfitrión
cuarto.
Según testigos presenciales, en la
batalla campal, que puede apreciarse en las imágenes adjuntas, grabadas por
aficionados, no participaron futbolistas de ninguno de los equipos, la mayoría de los cuales se encontraba ya en los vestuarios, si bien alguno quedaba sobre el terreno de juego. Al parecer, un hincha olivarense blandió una
camiseta para celebrar el triunfo y, accidentalmente, golpeó por desgracia a un
directivo villaverdero. Ésa fue la mecha que desató la trifulca, en la que se registraron daños materiales en el ambigú del
Municipal San Sebastián y otros daños personales, por fortuna no de
gravedad, según las últimas informaciones.
Volaron
vallas y, por supuesto, no se respetó en el momento de la
pelea ni la distancia de seguridad ni el uso de mascarillas. El
árbitro estaba ya en su caseta y habrá que ver lo que recoge en su acta, si bien la RFAF podría actuar de oficio y clausurar el campo de La Vega, si bien habrá que depurar
responsabilidades antes y comprobar quién inicia los altercados y quién participa en ellos. En cualquier caso, unos hechos
lamentables y censurables que no nos gustaría volver a ver nunca más en Sevilla ni en ningún sitio.