Comienza a aparecer de nuevo en los focos, aunque
Paco Peña rehúye el protagonismo. Trabajador y luchador en la sombra, siempre en un segundo plano, sonríe ahora como entrenador del
Sevilla C, en una nueva apuesta deportiva después de que como futbolista sufriera el sabor ingrato de las lesiones. De hecho, se vio obligado a colgar las botas con 27 años, justo cuando llegó a la elite, con el ascenso a
Primera del
Sevilla en la
98/99.
Tras sufrir el sinsabor de la retirada, comenzó su carrera como entrenador, una trayectoria larga, pero coherente, trabajando en todas las categorías y comenzando a recoger los frutos en el
Sevilla con la dirección de su segundo filial después de que renunciara a dirigir al
Xerez CD hace seis años para enrolarse en el
Altair, equipo de la máxima categoría cadete afiliado al club de
Nervión.
"Lo viví desde la naturalidad y humildad. He entrenado en todas las categorías, desde prebenjamín, y a mí no me costó nada venir aquí. Entendía que venía a un gran club. Era una apuesta de largo recorrido como entrenador. No entraba en ninguno de los equipos top del club, pero quería entrenar y cumplí la ilusión de entrar en el
Sevilla", expone el jerezano, que anhela que el fútbol, ahora como entrenador, le devuelva lo que en su día le quitó: "Que tuviera que dejar el fútbol con 27 años, obviamente, te marca, más estando en el
Sevilla. Te frustra. He elegido un camino más largo para llegar a la elite. El oficio está en todas las categorías; no he dejado de entrenar en estos años, me da mucha experiencia. En cadetes, con el
Altair, quedamos séptimos y en la Copa Nike, segundos, cuando desde la época de
Reyes el Sevilla no llegaba a la final. En
Liga Nacional Juvenil fuimos campeones los tres años, mejorando siempre los anteriores. Eso es trabajo, no otra cosa. Vine aquí apostando porque sé que aquí hay una exigencia mayor que si me quedo en mi casa. Aquí hay que competir con chavales de 18 años en
Tercera como si fuera un equipo más".
Como entrenador actualmente del
Sevilla C, defiende la valía de un segundo filial. "Nosotros, el
Villarreal... pocos clubes tienen un 'C'. Pero el salto del juvenil al filial es difícil. Lo estamos notando. No es tener más calidad o menos. Es ese paso del fútbol juvenil, que no llega a alcanzar el profesionalismo y el verdadero fútbol. Ese paso intermedio que a lo mejor hay jugadores que lo necesitan y otros no. Necesitan un año más para para afianzar su juego", manifestó
Paco Peña acerca de su nuevo reto, que asume con firmeza: "Entiendo que hay que formar, pero en el
Sevilla formamos y competimos. Que los jugadores tengan el día de mañana opciones reales de defender al primer equipo. El futbolista tiene que saber competir en cada escenario de un partido. A mí gusta jugar al fútbol, pero cuando tengo el balón. Cuando no lo tengo, hay que recuperarlo".
Paco Peña bien sabe que el camino a la elite no es fácil, una experiencia deportiva y personal que trata de transmitir a lo suyos. "Nadie me ha regalado nada. Me partí la rodilla con 18 años, justo cuando debuté en
Segunda con el
Xerez, con
Irulegui. Un coche se saltó un ceda el paso y me partió los ligamentos (rodilla derecha, la misma por la que años más tarde tuvo que retirarse). Me tiré dos años para, más o menos, jugar bien, pero ni mucho menos como me encontraba", recuerda.
Una vez más, el por entonces central se rehízo y jugó seis temporadas en el
Xerez CD en
Segunda B, logrando el ascenso a
Segunda en la
96/97, dando el gran paso de su carrera fichando por el
Sevilla, pero la suerte le fue esquiva. "Como futbolista fui feliz, excepto el último año y medio. Llegué aquí (97/98) y me lesioné en el segundo mes de la primera temporada. Tal como llegué. Seguí jugando, forzando y jugando lesionado. Pero es que yo me operaba de menisco y a la semana y media volvía a jugar porque faltaba gente y el equipo lo necesitaba. Lo hacía con el menisco partido, me quitaron cartílago, me volvieron a quitar menisco, úlcera... forzando y forzando hasta que ya un día, en
Lleida (3 enero de 1999) jugué mi último partido, que no lo tuve que jugar porque ya en el calentamiento me pegó un crujido. Llegué al día siguiente a FREMAP, tras jugarlo entero, con la rodilla reventada; me sentó el médico, me dijo que levantara la pierna y no podía. A partir de ahí fueron muchos meses y justo a la semana de ascender con el
Villarreal (30 de junio de 1999) dije que dejaba el fútbol. Me fui a mi casa (con dos años más de contrato) y me pegué dos años sin ver un partido de fútbol. Me retiré con 27, pero me lesioné con 25", rememora el jerezano, que pasó dos campañas muy duras en el
Sevilla debido a las
lesiones: "La primera temporada la jugué lesionado (21 choques). Incluso estando lesionado, jugaba, y el entrenador sabía que estaba lesionado. Me queda eso de que aquí, sin estar lesionado, estuve mes y medio. No vieron al
Paco Peña de verdad. Luchas tanto, luchas en la
Segunda B, sacas la cabeza, vienes a un club como el
Sevilla y te lesionas... Llegué en julio y me lesioné el primer día del entrenamiento de
Vicente Miera".
Sin embargo, una vez más,
Paco Peña volvió a levantarse: "Empecé a entrenar (alrededor de 2001) en benjamines, con
Nico Sosa, que era coordinador de un equipo de barrio (
La Granja). Podía haber tirado con equipos más grandes, pero le dije que me diera el más pequeño. No quería nada de fútbol, pero llevaba dos años detrás mía. Al final, le coges cariño a los niños, pasas al equipo siguiente y así estuve cinco años con los mismos niños”.
Sus inicios como entrenador coincidieron con un revés personal. "En 2001 muere mi padre y me hago cargo del
bar de la familia junto a mi madre. Alterné el bar y entrenaba", señala, pasando después por
La Granja;
Pueblo Nuevo; el cadete del
Xerez;
Chipiona (sénior), con el que asciende a
Primera Andaluza; al juvenil B del
Xerez; el filial xerecista y
Xerez, hasta que ingresó en el
Sevilla vía
Altair. "Nadie me ha regalado nada", subraya.
"Pienso que iremos de menos a más"Paco Peña, después de tres años exitosos en el
Liga Nacional Juvenil, ha dado el salto al tercer equipo sénior nervionense, un conjunto que ha sufrido una profunda renovación esta temporada. "Este año se ha apostado por la juventud, más que en años anteriores. El club entiende, y entendemos, que el futbolista que puede llegar, si llega, lo hace más preparado. Tenemos la prueba de
Genaro, que el año pasado estuvo en el
C y ahora en el
Sevilla Atlético, como
Diego, Checa, Pejiño… Son jugadores que pese a su juventud, se han curtido en esta categoría (Tercera)", explica, razón por la que el míster gaditano se muestra seguro de que irán a más: "Es lo previsible. En juego real, en el campo, no tenemos nada que envidiarle al equipo contrario. Sí es verdad que jugamos muy por encima de nuestro límite, ya que tenemos esa falta de experiencia".