La derrota del
Rayo en Cádiz la última jornada volvió a poner de manifiesto la falta de gol que tiene el equipo y que, semana tras semana, lastra su rendimiento hasta el punto de mantenerlo en descenso y acercarlo peligrosamente a
Segunda B.
Hace justo un año, el Rayo competía en
Primera, estaba fuera del descenso y sus preocupaciones no eran ni de lejos las de ahora. Doce meses después por el club han pasado tres entrenadores, el equipo vive una crisis deportiva muy importante y se encuentra en una cuesta abajo sin frenos hacía Segunda B.
Con 29 puntos en la clasificación a falta de trece jornadas las cuentas por la permanencia han comenzado a hacerse en el club madrileño y los números son difíciles de cuadrar. De los trece partidos que quedan, el Rayo deberá ganar siete para asegurar la
permanencia, lo que significa sumar 21 puntos de los 39 en juego. Para ganar es imprescindible marcar gol y el Rayo es algo que esta temporada no tiene. Actualmente acumula 310 minutos sin ver puerta y con 27 tantos en 29 partidos solo hay dos equipos en la
categoría que marquen menos, el colista Mirandés con 26 y el Alcorcón, otro rival directo por la permanencia, que registra 21.
En total, de los 29 partidos ligueros disputados en diez no ha logrado perforar la portería rival, un balance muy pobre para mantener la categoría. El
Rayo tiene tres delanteros en la plantilla. El venezolano
Miku, que ha marcado dos goles, el angoleño
Manucho, que suma tres, y Javi Guerra, que contabiliza cuatro. La responsabilidad del gol en un equipo no solo debe ser de los delanteros, aunque sí deben ser los que lleven el peso ofensivo del equipo. En el Rayo, esta temporada, aparte de
Javi Guerra, también suman cuatro goles como máximos realizadores el extremo zurdo Alex Moreno y el centrocampista alemán
Patrick Ebert.José Ramón Sandoval primero y
Rubén Baraja después no supieron, y no pudieron, dar con la tecla del éxito de una plantilla mayoritariamente de Primera -hasta 16 jugadores del pasado curso iniciaron la temporada- que no se acostumbra a competir en Segunda. "Para salir de abajo tenemos que estar unidos, ser fuertes y multiplicar todos por mil cada esfuerzo. Es duro decirlo, pero en el primer tiempo representando al Rayo solo estuvo la afición y en el segundo hemos representado al Rayo", dijo Antonio Amaya, uno de los pesos pesados del vestuario, al término del partido con el Cádiz.
La llegada de un hombre de la casa como
Míchel al banquillo hace tres jornadas no ha mejorado el rendimiento del Rayo, que suma un punto de los últimos nueve y encadena cinco partidos sin ganar. A domicilio el equipo no funciona y los números así lo reflejan, puesto que solo ha sumado 5 puntos de 42 posibles lejos de Vallecas, que lo sitúan como el peor visitante de la categoría.
La próxima jornada, el Rayo tiene un encuentro vital en Vallecas contra el
Oviedo. Los tres puntos no le sacarían del descenso, pero el partido debe servir para recuperar el ánimo y como punto de inflexión para intentar lograr la permanencia, algo que, por juego y números, a día de hoy parece un milagro.