Los
precontratos los carga el diablo. Si no, que se lo pregunten al
Real Betis con
Rui Silva, el otro gran portero que queda libre el próximo 30 de junio en LaLiga y por el que se ha peleado media categoría, además de clubes de
Portugal, Inglaterra e Italia. Los verdiblancos tienen atado al cancerbero luso hasta
2025, aunque saben que está siendo ofrecido todavía al mejor postor, por lo que deslizaron hace unos días que tiene una cláusula de penalización si, como sospechan, acaba decidiéndose por una propuesta mejor a
última hora.
No parece que ese problema vaya a tenerlo el
Sevilla FC, que,
como avanzó ESTADIO el pasado Día de Navidad, tenía ya muy
avanzada la contratación de Marko
Dmitrovic, que ha terminado firmando su vinculación con los nervionenses hace unos días. Y plenamente
convencido de su decisión, como demuestra el hecho de que el todavía meta del
Eibar ha rechazado no ya su renovación, algo que estaba cantado por su crecimiento y la competencia desatada por sus servicios, sino ofertas en firme de varios clubes de la
Premier y la Bundesliga, así como de otros equipos
punteros de aquí.
Según ha podido confirmar este medio,
Betis, Atlético de Madrid, Valencia, Villarreal y Real Sociedad llamaron, junto al Sevilla, a la puerta de la agencia que representa al balcánico,
IDUB (la de Iñaki Ibáñez), que estudió y presentó al interesado todas las opciones que se le presentaban, decantándose por los de
Lopetegui por varias razones. Y no solamente por la
recomendación de su compatriota y compañero de selección
Gudelj. Ni siquiera por la insistencia de su amigo
Joan Jordán, que también, sino sobre todo por su confianza en que se trata del proyecto en el que mejor puede seguir creciendo.
Humilde y muy trabajador, Dmitrovic llegó al Eibar desde el
Alcorcón a cambio de apenas
un millón de euros, multiplicando todas las expectativas y convirtiéndose en uno de los porteros que
más y mejor sale de su área de LaLiga, así como en uno de los que mejor maneja los
pies. Todo ello sin perder
reflejos bajo palos (su fuerte),
intuición en los lanzamientos de
penalti y fiabilidad en el juego aéreo. Un guardameta
valiente que también lo ha sido en el siguiente paso de su carrera deportiva.
Lo más
cómodo e, incluso, lucrativo era marcharse a la Real. En todos lados iba a tener
competencia (
Bono aquí,
Álex Remiro allí...), aunque quedarse en
San Sebastián implicaría evitar una mudanza, ya que la
residencia actual con su familia, de hecho, está casi más cerca de
Anoeta que de
Ipurua. Es más, la diferente
fiscalidad en el País Vasco le permitiría cobrar más en Donostia que lo que percibirá en Sevilla durante los
tres años (sobre la mesa estaba un cuarto opcional que seguramente se firmará), pero antepuso su deseo a todo lo demás.
No le convenció la llamada
extemporánea de Roig ni está del todo convencido de meterse en el maremágnum que es ahora el Valencia, con la masa social che deseando echar a
Peter Lim, pese a que le habría sido más sencillo a priori desbancar a
Jaume Doménech del Valencia. Su tipo de fútbol no le encajaba en un hipotético futuro
colchonero, pese a que le deslizaron que
Oblak saldrá en verano para hacer caja y no tendrá que conformarse con las 'sobras' coperas, pues, aunque en el
Wanda se forraría, entiende que también evitaría una
revalorización que sí espera en Nervión.