No es ningún secreto que el
Betis necesita vender futbolistas antes del 30 de junio para cuadrar su
tope salarial, sobrepasado actualmente al no haber existido
salidas importantes el verano pasado, hasta el punto de que la ventana que se inicia oficialmente este lunes se antoja fundamental para el porvenir económico de la entidad. El desfase se sitúa en torno a los
15 millones de euros, algo menos de lo que desvelaba el opositor
Caro Ledesma antes de la junta de accionistas, por lo que, si bien el presidente
Haro argumentaba que había abiertas otras vías alternativas para enjugar esa cantidad, la más cuantiosa y rápida era la de los
traspasos.
Por esa razón, los verdiblancos han puesto en el
escaparate a sus hombres con más caché o a aquéllos que generarían una mayor plusvalía,
como reconoció el propio Manuel Pellegrini en rueda de prensa hace unos días. Según ha podido saber ESTADIO Deportivo, no sólo sus agentes, sino varios intermediarios de confianza tienen la encomienda de traer propuestas por los jugadores con cierto cartel, que serían estudiadas llegado el caso, aunque la mayoría avisa de que este enero marcado por el
COVID seguirá siendo de pocos movimientos, especialmente los
multimillonarios.
Con
William Carvalho, al que pretende el
Benfica, lesionado, todas las miras están puestas en la
delantera. El míster juega con uno arriba, por lo que, al afrontar únicamente dos competiciones, se entiende en Heliópolis que podrían bastar Loren y Borja Iglesias, Sanabria y Loren o Sanabria y 'El Panda'. Cada uno tiene su problema añadido y su ventaja. Por el ejemplo, el marbellí es el que menos cobra de los tres, pero también el que dejaría más superávit al llegar casi a coste cero. Por el gallego sería casi imposible recuperar lo invertido (
28 kilos), pero sí ahorrarían en sueldo una buena cantidad, al tiempo que Tonny es el que tiene más pretendientes, sobre todo en Italia, y 'ayudaría' en ambos apartados.
El movimiento del
derbi (Loren a la titularidad y ningún minuto para Sanabria, siendo Borja el que suplió al costasoleño al final) no sigue un razonamiento mercantilista, sino que las rotaciones se basan en lo que
Pellegrini ve en los entrenamientos y en su idea de hacer más daño a un rival en concreto, repartiendo de paso las cargas de trabajo. Algunos lo interpretaron como lo que hizo
Emery con
Kubo, pero el guaraní ni le ha pedido marcharse ni tiene intención de hacerlo. Antes al contrario, está muy contento a las órdenes del chileno, del que espera seguir aprendiendo.
A día de hoy, ED puede asegurar que
Sanabria está plenamente
comprometido con el proyecto y no va a forzar ni mucho menos una salida. Otra cosa es que lleguen propuestas y el Betis decida aceptar alguna, porque el mercado es dinámico y puede haber
sorpresas, sobre todo a últimos de enero. Con el 100% del pase ya en poder de la institución heliopolitana, que abonó
7,5 millones de euros por él en total (más unos 6,5 en que se valoró la otra mitad dentro de la venta de
Pau López a la Roma, pero que no se llegó a desembolsar estrictamente hablando), el '19' manejó ofertas en las dos últimas ventanas, si bien en la planta noble del Villamarín no quisieron
malvenderlo.
De hecho, un club puso sobre la mesa de
Haro y Catalán la nada despreciable cifra de
10 kilos, reservándose, incluso, el Betis el
10% de los derechos para el futuro, aunque esa propuesta fue rechazada. No parece probable que alguien la supere este mes, pero habrá que estar atentos. Sanabria se quedó muy
convencido y, con contrato hasta
2022, está tranquilo en Sevilla, con ganas de recuperar el gran nivel mostrado a principios de curso y de
reivindicarse de una vez como verdiblanco. Por su parte, no tiene previsto apretar para abandonar Heliópolis.
Eso sí, el
primero que traiga una oferta reseñable por uno de los tres delanteros podría salirse con la suya, dada la necesidad imperante. Este medio ha podido contrastar que tampoco
Borja Iglesias ni Loren están por la labor de abandonar la nave bética, aunque el mercado dictará su futuro. Deportivamente, el cuerpo técnico tendría sus
preferencias para dañar lo menos posible al equipo en la segunda vuelta, máxime cuando no se esperan a priori altas, si bien la
economía manda.