En la
interesantísima lista de jugadores a coste cero que ofrece este mercado veraniego de fichajes hay varios objetivos del
Betis. Los chilenos
Claudio Bravo o
Mauricio Isla son algunos de los agentes libres por los que han movido ficha desde Heliópolis. No obstante, la ganga estival tiene nombres y apellidos españoles:
David Silva. El mago canario
ya está oficialmente sin equipo, después de que su contrato con el
Manchester City expirase tras la eliminación en la Champions a manos del Lyon, y en su horizonte ya no hay ninguna distracción más que la de
deshojar su poblada margarita.
Porque de la decisión que tome el campeón del mundo y de Europa con España se podría hacer un documental al estilo de otros peloteros más propensos a los focos.
De la elección de Silva están pendientes en medio planeta: con
Roma, Valencia, Qatar y (cada vez más marchita)
Heliópolis son las hojas de esa todavía impredecible margarita.
Y es que, si bien
todo parecía hecho para su llegada a la Lazio, en los últimos días esa opción se ha ido enfriado bastante, según las informaciones que llegan desde una impaciente prensa romana, que empieza a temer seriamente que el mediapunta acabe dejándose seducir por los
cantos de sirena económicos, procedentes de Qatar,
y sentimentales, con el Valencia insistiendo en la repatriación de un hijo que prodigo que podría ayudar a calmar los encendidos ánimos por la inestable situación del club.
Todo ello, con el
Betis pendiente por si las vicisitudes del mercado abren a última hora una puerta a la que han llamado, antes y después de las llegadas al Benito Villamarín de Manuel
Pellegrini -ex técnico de Silva en el City- y de Antonio
Cordón. En lo que respecta a la
Lazio, considera que le
ha presentado la mejor oferta que estaba en su mano y está filtrando a sus medios afines que ya sólo pueden esperar a ser los elegidos del
Mago de Arguineguín.
Por lo que pueda pasar, según informa este sábado el diario
Il Messaggero, la entidad biancoceleste
explora otras vías y han tanteado la opción de
Rodrigo de Paul, encontrándose con una respuesta bastante disuasoria. Y es que el fichaje del argentino no no sería nada fácil, ya que el Udinese se niega a soltarle así como así y ha empezado pidiendo una suma cercana a los
30 millones de euros para empezar a negociar.