El papelón es importante. Y opiniones hay para todos los gustos. Sin estar en las entrañas del vestuario, sin saber qué se cuece ahí dentro, lo más sensato quizás hubiera sido que alguien -emulando a
Monchi o no- hubiese
sentado en una mesa a Berizzo y Nzonzi para dialogar e intentar arreglar el problema.
Con sus rarezas, uno frío como el mármol y el otro,
entiéndase por el ‘Toto’, más pasional, ambos son personas con dos dedos de frente y entenderán que en el fragor de la batalla pueden salar chispas. Nada es irreconciliable. Y pienso realmente que la
reconciliación habría sido la mejor salida, por mucho que en el vestuario haya dolido el desplante del francés. Primero, porque Nzonzi es uno d
e los mejores futbolistas de la plantilla, juegue Berizzo con dos pivotes, con uno o con tres, porque los buenos son los buenos. Y segundo, porque venderlo ahora es perder dinero. Pensar que va a venir alguien pagando los
40 millones a los que nadie llegó en verano es de ilusos.
Pero la solución soñada es eso, un sueño. Tras leer las declaraciones del jugador en su país, está claro que tiene que hacer las maletas. Alguno pensará que si no llega una buena oferta,
mejor en la grada. Un castigo de otros tiempos en realidad poco inteligente, pues el producto entonces sí que se puede devaluar seriamente. Por ello, dejen que se vaya a
Londres, pero no a pasear con su hijo, sino a buscar un club dispuesto a tirar de chequera.
Traiga una oferta señor Nzonzi. Aunque quizás, visto su comportamiento, ya la tenga bien atada.