José Antonio Rivero3 min lecturaEl FC Barcelona conquistó el cielo este domingo con una final soñada en la que humilló al Real Madrid (2-5) para coronarse supercampeón y lograr su primer título en dos años, con un recital comandado por Raphinha y Lamine Yamal en la primera parte, traducido en cuatro goles, que dejó sentenciado un partido loco pese a que los culés acabaron con diez por la expulsión de Szczesny.
Unos días antes, después de la semifinal entre el RCD Mallorca y el Real Madrid, varias parejas de los futbolistas bermellones denunciaron acoso por parte de aficionados saudíes. Estas denuncias, así como las quejas de algunos futbolistas y clubes por que la Supercopa se celebre a muchos kilómetros de España reavivaron el debate sobre la conveniencia de que esta competición mantenga o no su sede en el país del Golfo Pérsico, algo que el presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Rafael Louzán cortó de raíz durante la final, afirmando que ya ha entablado contactos para ampliar en cinco años el actual contrato, que expira en 2029, firmado por el expresidente de la entidad federativa, Luis Rubiales.
Las parejas de los futbolistas del Mallorca Dani Rodríguez y el eslovaco Dominik Greif denunciaron acoso, tocamientos, fotos de cerca y sensación de miedo por la conducta de hinchas árabes tras el partido.
Natália Kalužová, la mujer de Dominik Greif, explicó con más detalles este domingo lo ocurrido. "Solo quiero decir que, en cierto modo, me lo esperaba. Ellos simplemente son así. No hay nada que podamos hacer al respecto", dijo resignada en su cuenta de Instagram.
"Se metían en nuestro grupo, nos arrastraban, nos tocaban sin permiso, nos grababan sin consentimiento, se burlaban de nosotras y ni siquiera podíamos ir al baño porque automáticamente recibíamos comentarios desagradables", afirmó la modelo eslovaca.
"Lo que más me decepciona es que fue una organización muy deficiente. La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) prácticamente no nos proporcionó ninguna seguridad. Si nos hubieran dicho claramente que no debíamos ir porque no podían garantizarnos protección, todo habría estado bien. Cada uno habría tomado su propia decisión en base a eso", continúa diciendo Kalužová.
"Nos persiguieron todo el camino hasta los autobuses. Nos acorralaban por las escaleras del estadio mientras las esposas de los jugadores, que también son madres, llevaban a sus hijos en brazos. Lo que menos entiendo es cómo lograron llegar prácticamente hasta la puerta de nuestro autobús y luego empezaron a empujarnos y golpear las ventanas", concluyó la mujer del portero del Mallorca.