No es una moda. Más bien, es una necesidad. El tráfico, la contaminación y los continuos atascos en ciudades con cascos históricos reclaman soluciones ecológicas. A
Sevilla han llegado ya las motos y los patinetes. Ahora se suma un transporte, la bicicleta eléctrica, que aporta algo más a la movilidad sostenible: el hábito saludable del movimiento.
La asistencia al pedaleo en tres niveles (sin ayuda, intermedio y con ayuda) y los casi 180 kilómetros de carril bici de los que dispone
Sevilla hacen de la capital andaluza el lugar idóneo para que triunfe una iniciativa que ofrece un servicio ecológico y barato. La idea está implantada en
Zaragoza, donde hay una flota de 80 vehículos, y los sevillanos disponen ya de 200 bicicletas eléctricas para desplazarse cómodamente.
El servicio lo han puesto en marcha dos jóvenes empresarios,
José y
Ángel Baigorri, hermanos nacidos en la capital maña. La iniciativa les funciona, va en aumento el número de viajes diarios y sus bicicletas eléctricas circulan por Sevilla a través de la empresa 'Electric RG'.
Una aplicación móvil
Los precios para el alquiler, que se realiza a través de una aplicación descargable en los teléfonos móviles, son muy económicos. Se puede hacer un pago mensual de
19,95 euros que da derecho a usar las bicicletas una hora diaria o utilizarla pagando 1,20 euros cada diez minutos. Por 3,99 te conviertes en 'Cliente Premium' y de esa forma tan sólo se paga 1 euro en los primeros diez minutos y, a partir de ahí, se fracciona el pago por minuto.
Las bicicletas son muy manejables y cuentan con una ventaja respecto a las motos, el uso del casco no es obligatorio, lo que las convierte en un servicio más cómodo. Funcionan con un motor y una batería, que nunca está agotada porque se cambia a diario o cuando alcanza un nivel del 20%. En ese punto, salta una alarma y los encargados del mantenimiento de las mismas acuden a reponerlas y a limpiarlas con productos de higiene que las dejan en perfecto estado.
Si las bicicletas están 12 horas sin moverse, también salta una alarma en el departamento que las gestiona para revisarlas. En estos casos, casi siempre han sido ancladas por algún usuario, impidiendo el uso a otros ciudadanos. Las
bicicletas llevan
cuatro tipos de anclajes internos (en el eje, en la horquilla, a través de la batería y con un candado), pero deben estar sueltas en la calle. Las desbloquean los usuarios a través de la aplicación móvil y, también en la aplicación, encontrarán un mapa que indica dónde se encuentran y en qué zonas delimitadas se pueden dejar estacionadas.
Carpas para formar
Además del servicio que ofrecen, estos jóvenes emprendedores mostrarán su compromiso con el medio ambiente tratando de concienciar a los sevillanos con encuentros de formación. En este sentido, ubicarán carpas en espacios públicos (los viernes, sábados y domingos) para invitar a los ciudadanos a probar las bicicletas de forma gratuita y para explicarles que el verdadero problema medioambiental está en el uso de los
óxidos de nitrógeno (NOx) como propulsores de gasóleo, porque estos gases, a diferencia del
dióxido de carbono (CO2), atentan directamente contra la salud de las personas y no contra la atmósfera (de ahí la batalla contra el diésel).
En una ciudad con una cultura ciclista ya muy arraigada y con una topografía sin apenas desniveles; con una climatología idónea en muchos periodos del año; y con unas distancias relativamente cortas en el
centro neurálgico e histórico, el éxito parece garantizado para otro original modelo de movilidad compartida que acabará llegando a otras ciudades (en principio, a Cádiz, Granada y Málaga; y a medio plazo, a Madrid y Barcelona).