El análisis del Mallorca-Sevilla

Fútbol control en estado puro

Enrique GarcíaEnrique García
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Fútbol control en estado puro
Banega controla un balón ante la presión de un rival mallorquinista. - Enrique García
A día de hoy hay mucha diferencia entre el Mallorca y el Sevilla. Basten unos cuantos ejemplos. El jugador más determinante del equipo bermellón, Lago Junior mandó al limbo la mejor oportunidad mallorquina en el minuto 3. Vaclik apenas intervino, pero dio sensación de solidez. Reina, que hizo alguna parada de mérito, como a Ocampos, no pudo imponerse en un salto a Diego Carlos -todo potencia el brasileño, eso sí-.



Dada la diferencia de calidad, el Sevilla esperó a que el partido cayera por su propio peso, algo que le ha jugado malas pasadas en otras ocasiones. En esta le valieron dos jugadas a balón parado. Un córner y un penalti. En la segunda tuvo que mediar el VAR, como en el fuera de juego que invalidó el momentáneo empate balear. Dos acciones al límite. Centímetros decisivos que decantaron la balanza del lado nervionense como la cinta puede resolver un partido de tenis. El control del partido fue del Sevilla. Más allá de la ocasión en el minuto tres y de ese tanto anulado a Budimir el Mallorca apenas se asomó con peligro por el área nervionense. Pero tampoco impuso con claridad el Sevilla su mayor calidad.



Lopetegui salió lo mejor que tiene con la novedad de jugar con Munir y Ocampos a pierna cambiada. El argentino explotó esa condición y casi todas sus intervenciones incluyeron diagonales hacia dentro y finalizaciones con disparos a puerta. Estuvo bien escoltado por Reguilón, aunque al lateral le faltó precisión en los centros. Ellos pusieron la verticalidad en un equipo al que le falta una marcha más en la circulación para sorprender con más asiduidad al rival.