El zorro se escapa vivo

Enrique GarcíaEnrique García
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El zorro se escapa vivo
Jovetic participó más en el juego que en la finalización. - Enrique García
En la Champions no cabe el perdón. Si el rival está tocado hay que rematarlo. El Sevilla no pudo hacerlo ante un Leicester, que con el gol de Vardy llega muy vivo a un partido de vuelta a cara de perro pese a la superioridad manifiesta de los nervionenses, que por juego y ocasiones deberían tener un pie en cuartos.

No hay dos rivales iguales ni tampoco dos Sevillas. Sampaoli siempre tiene variantes para sorprender. Ayer fueron Correa, arriba con Jovetic, y la ausencia de Franco Vázquez, en el banquillo por el meritorio Sarabia -los dos marcaron- en un 4-4-2 con Nasri y N'Zonzi en la sala de mandos y mucha movilidad de los cuatro atacantes para desarbolar a un Leicester que sí fue el que se esperaba.

Agazapado atrás, Ranieri concedió el balón y el espacio a los nervionenses, que administraron ambas cosas sin ceder uno de los temidos contragolpes al rival en un primer acto en el que el 1-0 final fue corto para lo visto. Vitolo fue un quebradero constante de cabeza para los 'foxes', Jovetic engarzó el juego en esa media punta en la que se siente tan cómodo y Sarabia sumó a su repertorio habitual el gol que se le negó a Correa desde los once metros ante un Schmeichel que se agigantó en la meta inglesa. Cuantos más hombres acumulaba el Leicester, más incluía el Sevilla, en el que los laterales, Escudero y Mariano subían una y otra vez.

Regresó de vestuarios el Sevilla más frío, impreciso, pero se encontró con el gol de Correa tras una maniobra excepcional de Jovetic. Antes del tanto había entrado Carriço por el lesionado Lenglet, inmaculado hasta entonces, y tras la diana Iborra ingresó por el 'Tucu' en busca de equilibrio. El Leicester no amenazaba, pero el Sevilla le dio vida con sus pérdidas. Todos en Nervión eran conscientes de que el peligro estaba en las contras de los 'zorros', pero eso no evitó los despistes en la entrega. En uno de ellos, Drinkwater profundizó por el costado y encontró a Vardy, que es de los que no perdona. El 2-1 era oro para el campeón inglés, que ya no dudó en pertrecharse concediendo más campo aún a un Sevilla que en su asedio volvió a toparse con Schmeichel y con el larguero.