Sampaoli y Zidane intentaron sorprender desde la formación del once. El argentino sacrificó un central para ganar la batalla del centro del campo y el galo intentó ganar control con un zaguero más. La superioridad que ganaba por dentro el Sevilla la perdía por fuera, con Carvajal y Modric atacando el lado de Escudero y Marcelo llegando por el de Mariano. La respuesta de Sampaoli con Ben Yedder tapando la diestra desactivó uno de los mayores peligros blancos mientras N'Zonzi se agigantaba en la medular. El partido se convirtió en una partida de ajedrez en la que penalizaban los fallos. Los tuvo el Sevilla en un tramo del segundo acto y encontró el gol el Madrid. Cuando estaban más cómodos los visitantes Sampaoli buscó nuevas soluciones en el balón parado y en un elemento que es incontrolable: el corazón. Porque el Sevilla cree hasta el final. Porque es para creérselo.