“Monchi aún no me ha llamado”, aseguraba ayer Rakitic cuando se le preguntó sobre si había tenido contactos con su anterior club. Y seguramente será cierto, como también que no hace falta que el León de San Fernando lo llame para que él sepa que en este club siempre será bienvenido.
El croata, con ello, mandó un aviso al Barça después de que su nombre apareciera relacionado con varios clubes y en varias operaciones a lo largo del último año y medio. Y no sólo porque tenga su ego, sino porque tiene muy claro que el único dueño de su destino es él y que, mientras haya un papel firmado, tiene la sartén por el mango. Como ya hizo en el Schalke antes de venir a Nervión o con el propio Sevilla cuando se marchó a Barcelona. Su futuro, seguramente, está aquí, pero esa llamada llegará cuando la situación sea propicia.