Cada vez resulta más complicado pensar en una clasificación europea del Betis esta temporada. Principalmente, por la propia incapacidad verdiblanca para ser regular en el éxito, para acumular dos o tres triunfos de vez en cuando (no una vez solamente en todo el curso), pero también por la igualdad existente en todas las luchas reseñables.
Por esta razón, y aunque quedan muchas jornadas, los de Rubi juegan finales desde hace tiempo. Las matemáticas tardarán en descartarlos, si no media un milagro que los reenganche.
Para que el contexto lo favorezca, no se puede dilatar más en salto. Las sensaciones no alimentan la ambición, sino únicamente la frustración por quedarse a medias. En Leganés ha de llegar la inflexión o, en su defecto, la despedida.