La habitual permisividad arbitral con el poderoso, la inexplicable expulsión de Fekir y la gran primera parte verdiblanca pueden disminuir el enfado de una afición que vio al Betis durante gran parte del partido a la misma altura que el Barça, pero no esconden que, un partido más, se escapan puntos que bien podían haberse quedado aquí, que sólo hay siete equipos peores que el Betis esta temporada y que Europa ya se ve desde la lejanía de los nueve puntos que separan a los de Rubi con el sexto puesto.
Cierto que ayer Lenglet, Busquets y tal vez Vidal se ganaron la roja en la primera mitad y que la posterior expulsión del francés y el penalti no pitado sobre Messi llegaron tarde y para compensar. Pero esta vez el árbitro no es suficiente. Hay que hacer autocrítica y, ante Leganés y Mallorca, empezar a sumar de una vez de tres en tres.
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