En pretemporada, los resultados son lo de menos. Ése es el mantra de los profesionales, especialmente entrenadores y futbolistas, que saben que, a estas alturas de verano, el reparto de cargas de trabajo, el acoplamiento y la asunción de los conceptos imperan sobre los marcadores. Obviamente, a nadie le gusta perder, mucho menos a los aficionados. Desde fuera es más difícil manejar los tiempos, porque el hincha tiene ganas de ver a los suyos brillar.
La derrota en la despedida de la gira mexicana seguro que escoció a partes iguales en el vestuario y ante las pantallas de televisión, por mucho que en el primero no se exteriorice. La impaciencia, sobre todo cuando un nuevo proyecto acaba de nacer, no suele ser una buena consejera. Y no es excusa, pero hubo cosas raras. La altura, el calor, el césped y otros factores seguro que influyeron a un Betis pesado, lento, asfixiado y desconocido.