"Nervión no regala puntos". Aquel cartel de vida efímera que adornó el 'nuevo' Sánchez-Pizjuán plasmaba lo que era y es el estadio sevillano: un infierno para todo aquel que lo visita. Más de un jugador ha elegido venir al Sevilla para tener, por una vez, a esa afición de su parte; más de un rival se ha acomplejado cuando ese coliseo ruge al unísono; más de un partido -o de cien- se han ganado sólo por el empuje de los sevillistas.
Y el Sevilla, una vez más, se juega su futuro ante los suyos. Las opciones de Champions parecen muy lejanas, pero, si hay alguna, seguro que la afición aportará lo que haga falta para que los suyos rocen la gloria. Y, si no, para que, al menos, aseguren la sexta plaza. En años buenos y en años malos, es la única que no falla. Se merecen una última alegría.