Las
tres competiciones en las que tan brillantemente sigue vivo el
Real Betis, único club español y de los pocos en el Viejo Continente que pueden
presumir de ello, exigen un
peaje inevitable. El
cansancio empieza a hacer mella en los verdiblancos, a los que se les puede hacer largo el final de temporada, especialmente porque la
profundidad de banquillo ha quedado un poco en entredicho por las lesiones. Hombres como
Montoya, Camarasa, Paul, Rodri o Lainez apenas han podido dar relevos a los titulares en sus demarcaciones, análisis de nivel aparte, al tiempo que las rotaciones masivas que practicaba
Manuel Pellegrini en la primera mitad de curso tampoco son del todo aconsejables ya, pues se acumulan
desafíos importantes que reclaman a los mejores efectivos.
Por fortuna, salvo
excepciones muy puntuales, la
calidad de sus porteros permite al 'Ingeniero' dar unos cuantos partidos seguidos a cada uno sin que se resienta el equipo, mientras que la recuperación de
Sabaly está elevando la
competitividad en el lateral derecho, como ocurre en el centro de la defensa y en la punta de lanza. Quizás
el lateral zurdo, el pivote defensivo y los extremos son las zonas con menos posibilidad de alternar ahora mismo por las contingencias, pero el riesgo de 'reventar' a hombres claves como
Canales, Guido Rodríguez, Álex Moreno o Fekir está ahí. Sentar a alguno, incluso reconvirtiendo a otra pieza 'ad hoc', sería un
mal menor a estas alturas.
Además, salvo
agravio manifiesto, las
sanciones funcionan para los técnicos heliopolitanos como una suerte de
selección natural a la hora de confeccionar
convocatorias y alineaciones, de dar descansos y repartir cargas. Ocurrirá este fin de semana con el '10', al que seguramente acompañará algún otro, en este caso esperando desde el banquillo por si fuese perentoria su participación. La eliminatoria ante el
Eintracht de Frankfurt por una plaza en los cuartos de final de la
Europa League, con la exigente presencia del
Athletic en el Benito Villamarín enmedio, supone un reclamo suficiente para no arriesgar lo más mínimo en determinadas demarcaciones.
Pero queda aún para eso. Y no es el otrora míster de Villarreal, Real Madrid o Manchester City sospechoso de
adelantar acontecimientos, de vender la piel del oso antes de cazarlo. Prefiere, incluso, que el tirador tenga que ser otro por elegirlo para una batida previa. No hay nada más
importante que lo
inmediato, especialmente si puede
condicionar lo que está a la vuelta de la esquina.
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