El camino hacia la gloria de un deportista de élite no suele ser tarea sencilla. Los duros esfuerzos en los entrenamientos, las lesiones y el constante trabajo y dedicación hacia un deporte hacen que el sendero al éxito se ponga muy cuesta arriba. Si a todo esto le sumamos una pandemia global, el resultado puede ser devastador. Sobre la pandemia ha hablado Laura García-Caro, atleta olímpica especializada en marcha, en su entrevista para ESTADIO Deportivo. La andaluza recuerda cómo eran sus entrenamientos durante el estado de alarma y como los deportistas se focalizaban en volver cuanto antes a la competición para no perder mucha forma física. “Nuestra mayor tranquilidad empezó cuando nos dijeron que no había competiciones pronto. Sí es verdad que cada uno se estaba preparando de alguna manera. Teníamos que tener cintas en casa y así pudimos entrenar con bastante regularidad, pero el hecho de no poder prepararlo en condiciones sí que era algo que nos hacía estar un poco nerviosos. Desde el primer momento en que dijeron que los Juegos Olímpicos se retrasaban un año tranquilizó a todos los candidatos porque al final sí que veíamos que podíamos tener un año para prepararlo con más dedicación”, explica Laura.
En cambio, para ella la pandemia no perjudicó, a priori, su proyección de atleta de élite. Afrontó la situación con calma y centrada en volver a la competición en el mejor estado de forma posible. Los Juegos Olímpicos eran su gran objetivo y nada ni nadie le iba a negar una plaza para Tokio 2021. “En mi caso yo tenía 25 años cuando pasó la pandemia y no tenía ningún problema en volver un año después a seguir compitiendo porque por edad no iba, digamos, a perjudicarme. Entonces, bueno, yo creo que nos tomamos la pandemia como un periodo de menos competición, de un poco más de canso y que seguimos entrenando en todo momento. Y hay quien dice que nos benefició porque fue un año de transición, de no estar viajando tanto y compitiendo”, señala la onubense.
Pero todo se torció el año pasado. Laura empezó a encontrarse mal y veía mermado su rendimiento físico. Entrenar se convertía en una odisea y la recuperación de las diferentes sesiones de entrenamientos no llegaba nunca. Nadie podía confirmar que era lo que le pasaba a la andaluza que tuvo que renunciar al mundial de atletismo en Budapest a causa de estos problemas de salud. “La verdad que fue un año duro en muchos sentidos. Pero, aparte de tener que renunciar al Mundial, que ya de por sí, pues, siempre es doloroso, lo peor fue tener que decir que esa temporada no competía. Era a raíz, un poco, del problema que tenía y que no sabíamos resolverlo, ni sabíamos cuando se iba a acabar. Tenía COVID persistente con síntomas de muchísimo cansancio, dolores de cabeza, fatiga después de entrenar y que duraba días en recuperarme”, comenta la atleta olímpica.
Esta situación afectó anímicamente a la medallista europea que veía lejos su recuperación y llegó a pensar que no sabía si podría recuperar su forma a nivel competitivo. “Esa incertidumbre, al final, sí que me hacía pensar, incluso, si volvería a estar compitiendo con el nivel que tenía antes. Eso es lo que más duro he pasado en mi carrera. Y ahora que ya creo que lo estoy terminando de superar y que estoy muchísimo mejor. Valoro un montón lo que he conseguido, lo que tengo ahora, y me parece que te tienen que quitar lo que tienes para valorarlo más. Fue dolorosa por no ir a un mundial, por toda la incertidumbre de no saber muy bien cómo atajar el problema y ver cómo me iba a recuperar para seguir con la temporada”, recalca Laura.
Finalmente, la atleta lepera está terminando de pasar por este proceso y se ve con más fuerza que nunca para volver a la competición y luchar por una plaza para los Juegos Olímpicos de París 2024.