Atiende a la videollamada desde un parking en plena recta final de las compras navideñas. Vista al frente y con la cabeza bien alta, José Manuel Ruiz Reyes (Guadix, 16 de julio de 1978) atiende a ESTADIO Deportivo días después de perder a su padre. Su vida es un vaivén entre el deporte de alto rendimiento, la docencia y su vida personal. A José se le ensancha la boca al evocar su figura con la misma facilidad que su humildad se la cierra cuando es cuestionado por el sinfín de hitos que alberga en su palmarés. Cinco medallas paralímpicas, títulos mundiales y europeos en competición individual y por equipos, es el deportista en activo con más participaciones consecutivas en Juegos Paralímpicos: Atlanta 1996, Sidney 2000, Atenas 2004, Pekín 2008, Londres 2012, Río 2016, Tokio 2020 y París 2024.
- Viene de perder a su padre recientemente
- Van a ser un poco especiales porque hace unos días perdí a mi padre. Siempre lo vamos a tener en la memoria, en el recuerdo. Al final fue una persona muy importante para mi hermano y para mí en particular. Fue el que me inculcó la importancia de hacer deporte, de inculcarnos los valores y una forma de entender la vida a base del respeto, de la educación y de ser agradecidos con los demás.- ¿Cuál es el recuerdo más importante que le deja?
- Bueno, todos mis recuerdos de la infancia han sido alrededor del deporte. Él era maestro de educación física en un colegio aquí en Granada, en Guadix. Era el que llevaba todos los deportes, todos los equipos de diferentes disciplinas deportivas. Mis recuerdos siempre son vinculados al deporte desde bien pequeño hasta ya de adulto. Siempre apoyando mis decisiones. Siempre lo he dicho, él era mi mayor fan y también mi mayor crítico. Siempre estaba ahí apretando las tuercas. Siempre intentando lo mejor para su hijo, como me imagino que quieren todos los padres. Ese es el recuerdo que tengo de él.
- Veo orgullo en sus palabras al evocar su legado...
-Yo intento también copiar o por lo menos imitar sus buenas cosas que tenía. Claro que tenía muchas buenas cosas. La parte educativa también la intento llevar a cabo y por supuesto la parte personal. Al final yo creo que por muy buenos que seamos a nivel profesional al final lo que intentamos también es, o por lo menos yo lo hago con mis hijas, que sean buenas personas. Con unos valores que les hagan ser personas queridas y recordadas por la forma en la que tratan a los demás. Y bueno, pues eso es lo que creo que también es el legado que yo he recogido de mi padre.
- ¿Dónde surge su pasión por el tenis de mesa?
- El tenis de mesa lo conocí un poco por accidente o por casualidad. Yo estaba por las tardes en el Polideportivo de Guadix, que es donde yo soy, donde crecí. Cuando terminábamos de hacer nuestras tareas, no íbamos a pasar prácticamente el resto de la tarde y estábamos apuntados a diferentes disciplinas deportivas, como sala, baloncesto, todos los que podéis imaginar. Y bueno, pues como siempre estábamos por allí, hasta que un día la persona que llevaba el tenis de mesa allí, que era Juan Reguina me hizo introducirme en este deporte. Nos dijo que por qué no nos animábamos también a probarlo. Y como no decíamos que no a nada, pues nos apuntamos y bueno, pues ahí empezó esta relación que empezó cuando yo tenía 13 años y hasta el día de hoy, con 46, pues permanece intacta.
Porque es verdad que lo que hizo que me decantase por el tenis de mesa y me centrase en él y dejase el resto de deportes fue que vi que se me daba bien, quizás descubrí ahí donde tenía quizás mi talento, ese talento oculto que muchas veces decimos que tenemos las personas. Y bueno, pues descubrí que cuando él me proponía o me decía que hiciésemos algún golpe, algún golpe técnico o algún efecto a la pelota, pues era capaz de ejecutarlo de forma quizás mejor y más rápida que otros que llevaban más tiempo que yo jugando. Eso y que después cuando dejaba de jugar, de entrenar un día porque ya terminaba la sesión, pues estaba deseando otra vez que llegase el día siguiente para volver a jugar. Y esas dos cosas, esos dos ingredientes, pues son los que hicieron en ese momento que me decantase por el tenis de mesa y dejase el resto de deportes. Y creo que visto lo visto, pues esa decisión fue acertada.
- ¿Cree que tarde o temprano le hubiese llegado una pala?
- Yo antes de jugar al tenis de mesa jugaba ya con mi padre y un tío mío que también le gustaba mucho el tenis. Pues empecé a jugar al tenis y bueno, es verdad que me gustaba mucho el tenis. Pero bueno, pues quizás en el tenis de mesa encontré, pues ya te digo, esa, bueno, es al final algo que necesitamos, como yo lo llamo también como pasión. Ese sentimiento que te hace algo que te apasiona y que te gusta y que cuando lo conoces y te engancha de algún modo, pues no eres capaz de dejar de pensar en eso, de darle vueltas, de intentar mejorar, de que por mucho que entrenes o te esfuerces parece que sabes a poco. Y yo creo que eso es lo que me ha aportado y lo que me ha dado siempre y me sigue dando a pesar de tantos años de entrenamiento en el tenis de mesa.
- Es el deportista español con más participaciones en Juegos Paralímpicos (ocho ediciones), ¿cómo se sostiene eso?
- Se sostiene teniendo un equipo, porque al final uno solo no puede. Al final ya sabes la frase que se suele decir, que lo difícil no es llegar sino mantenerse. Y el mantenerse durante tantísimos años en la élite y clasificándote para los Juegos, pues no es nada sencillo, no tiene que ser nada sencillo porque además, como bien dices, hasta ahora no ha habido ningún otro deportista en España que haya participado en ocho Juegos Paralímpicos en este caso.
Es verdad que ahora mismo comparto este honor a nivel olímpico con Jesús Ángel García Bragado, el atleta y marchador español y eso quiere decir que hay que hacer las cosas muy bien durante mucho tiempo y rodeándote de grandes profesionales, tanto a nivel de entrenadores, de preparados físicos, de nutricionistas, de psicólogos... Un montón de gente de profesionales que están alrededor tuyo, que están en la sombra pero que sin el trabajo de ellos, no podríamos alcanzar todo lo que hemos conseguido y por supuesto el apoyo de las empresas patrocinadoras que son las que al final hacen o facilitan que el deportista se pueda dedicar en mayor o en menor medida en exclusiva al deporte de alto nivel.
También gracias a la familia, que son al final los que sufren tanta ausencia de tantos días, de tantas horas fuera de casa y viajando por todo el mundo. Y sumando todo ese tipo de cosas, que las lesiones te respeten, que cuidándose la parte del entrenamiento invisible, la parte del descanso, pues yo creo que es una parte que también he cuidado mucho, por eso quizás la única gran lesión que he tenido en mi carrera deportiva y vaya lesión, fue apenas cuatro meses antes de los Juegos de Tokio, cuando ya clasificado, en un partido de liga me rompí el tendón de Aquiles y ahí sí es verdad que vi peligrar primero mi participación para Tokio y después mi carrera deportiva. Porque después de este tipo de lesión y de esta cirugía, pues uno no sabe hasta qué punto podrá volver a recuperarse y rendir al más alto nivel.
Y bueno, pues lo mismo. Gracias al gran equipo que tuve detrás de médicos, de traumatólogos, de fisioterapeutas, de la parte psicológica, que también fue una parte muy importante de trabajar, el apoyo de la familia, por supuesto, los patrocinadores... Pues fue posible, como se suele decir, ganarle tiempo al tiempo, porque en cuatro meses no fue nada sencillo. Y así pudimos por lo menos ponernos delante de una mesa y bueno, ya que estábamos clasificados para Tokio, el poder estar allí. Así que yo creo que esa es mi fórmula o como yo entiendo la clave de haber conseguido el título histórico de haber llegado hasta ocho Juegos Paralímpicos.
- Desde Atlanta a París, ¿con qué se queda de ese desarrollo personal y deportivo?
- El hecho de enfrentarte a la misma situación en repetidas ocasiones te ayuda a saber cómo gestionar esos momentos de estrés, de ansiedad previa a la competición o momentos en los que tienes que tomar decisiones durante el partido, en los momentos claves. Es verdad que por mucho que uno lo entrene y que se pueda entrenar, pero la parte de esa adrenalina que te da la competición cuando uno está, pues eso es difícil de comparar o de entrenar cuando no se está compitiendo o no se está en un escenario como son unos Juegos.
Es que los Juegos al final es una competición completamente distinta al resto de competiciones que tenemos. Otras son también importantes como Mundiales, Europeos, otras pruebas del circuito mundial... Pero al final los Juegos lo que los hacen tan especiales es que se hacen cada cuatro años, que a nivel de mediático y de medios de comunicación y de atención que tenemos, pues por supuesto que es la que se lleva con creces esa atención máxima. Y esa expectación hace que al final sabes que gran parte del foco mediático de salir más o menos en prensa, por desgracia muchas veces eso va ligado también a que una empresa o patrocinadores quiera o no apoyarte o que tengas o no becas, ayudas económicas... Todo eso digamos pues hace que al final te jodas mucho en un solo momento. Es el día D y a la hora H, y eso pues bueno, hace que la presión se vea aumentada.
Al final yo creo que el enfrentarse o haber vivido esas situaciones en otras ocasiones, pues sin duda te ayuda a saber cómo afrontarlas o gestionarlas. Independientemente, al final estos deportes de alto nivel y los demás deportistas se preparan mejor igual que nosotros. Lo que pasa es que nosotros no lo vemos como hacen ellos. En estos niveles estamos tan igualados que quizás la parte que puede hacer decantar la balanza hacia un lado o el otro, pues esa toma de decisiones en los momentos adecuados, mantener la calma y bueno pues eso es la diferencia entre conseguir medalla o no conseguirla.