La historia de superación de Alfonso Cabello

En una entrevista con ESTADIO Deportivo, el ciclista cordobés confiesa una experiencia personal delicada

Iván DíazIván Díaz 4 min lectura

Londres, Río de Janeiro y Tokio. Estas son las distintas ubicaciones de las tres últimas olimpiadas y en las tres hubo protagonismo cordobés. Hablamos de Alfonso Cabello, un ciclista andaluz que ha brillado en los Juegos Paralímpicos de los últimos tres ciclos tras lograr dos medallas de oro y una de bronce. Una carrera de éxitos para un joven ciclista que no siempre fue tratado de igual a igual. En una entrevista con ESTADIO Deportivo confiesa que no siempre fue así.

A la pregunta de si se sintió alguna vez excluido por su condición, así respondió Alfonso Cabello: “Te podría decir que sí o te podría decir que no, dependiendo de cómo aborde la pregunta. Yo creo que cualquier persona que se vea diferente, se ha sentido alguna vez en cierto modo desplazado o excluido pero en mi caso, me gusta pensar que siempre que ha ocurrido eso, ha ido de la mano del desconocimiento porque simplemente por el hecho de verme diferente, me han visto menos capaz o me han considerado menos capaz. Entonces, una de las cosas que más me gusta es demostrarme a mí mismo, primero a mí mismo, que el hecho de ser diferente no me hace menos que nadie y después de demostrártelo a mí, mostrárselo al resto”.

En este aspecto, Cabello vivió alguna experiencia personal delicada. “Recuerdo una anécdota que he contado varias veces: Cuando empecé a competir en ciclismo, cuando tenía 11 o 12 años, yo no conocía la existencia del deporte Paralímpico, yo competía con otros niños de mi edad sin ningún tipo de discapacidad. Yo estaba harto de hacer carreras por toda Andalucía, con muy buenos resultados o incluso ganando. La primera vez que fui a Extremadura a correr, nadie me conocía y no me querían dejar salir a la carrera, por el simple hecho de que me faltara un brazo, de que fuera discapacitado. Había algunos padre que decían que cómo iba a salir con sus hijos si probablemente iba a haber un problema de seguridad porque no controlase la bicicleta o los tirase”, explicaba el cordobés.

Así lo resolvió: “Después de que mis padres explicara a los jueces, explicara a los padres que yo tenía experiencia corriendo, que yo nunca había tenido ninguna caída, que ya llevaba varios años compitiendo, que había tenido buenos resultados, accedieron a dejarme correr. Este era un circuito de 15 kilómetros, que había que darle vueltas y en la quinta vuelta hice un ataque y le di la vuelta a todos, es decir, le saqué una vuelta a todos y para mí eso fue enorgullecedor, no por mi nivel deportivo, sino porque demostré ese día que sí, que me falta un brazo, pero que pedaleo como si tuviera dos o mejor”.

Sin duda, una lección de aprendizaje para todos esos padres. “Entonces, ese día fue una lección para mí y para todo el mundo. Yo lo que hice simplemente fue callar y hacer lo que tenía que hacer y demostré haciendo eso que puedo ser el mejor independientemente de que pueda ser discapacitado o no lo sea”.