Lo del malagueño
Damián Quintero en los
Juegos Olímpicos de Tokio fue para ponerse en pie. La
plata en Japón fue motivo de celebración por muchos factores que quizás cuando uno se siente encima del tatami no es consciente de ello. El kárate, el arte marcial japonés, orgullo de los nipones y de su cultura, se vio tambaleado en algún momento en la final de la modalidad kata. El otro finalista, Ryo Kiyuna, tras su actuación, reflejaba en su rostro el sudor a causa de la presión después de que
Damián hiciera una final perfecta. El malagueño consiguió una gesta que quedará para los anales de la historia, o por lo menos hasta que vuelva a considerarse como disciplina olímpica.
El camino hasta llegar a colgarse el metal en el cuello no ha sido fácil y Damián ha contado durante
su entrevista con ESTADIO Deportivo cómo fue esa gesta y la preparación para la gran cita de los Juegos después de que apareciera el COVID en nuestras vidas. Damián habla de su medalla de plata como
"el gran éxito" de su carrera deportiva. No es para menos, sabiendo las raíces culturales en donde se daba la competición.
"Es la joya de la corona de mi casa", comenzaba con orgullo y sonriendo la entrevista.
En una disciplina en la que para muchos era desconocida hasta entonces, Quintero ha mimetizado todo el esfuerzo de cinco años de trabajo.
"Al final se plasma en el tatami dos o tres minutos que se hace cada karateca", destacó al hablar de la kata.Por si fuera poco, en su preparación para la cita olímpica se encontró con un factor inesperado, que fue la llegada del Covid. El karateca calificó aquellos momentos de incertidumbre también como de "locura". "Cuando se decretó el estado de alarma y nos mandaron a todos para casa, en un momento veíamos a todos nuestros contrincantes de Japón y otros países que seguían en la calle entrenando con normalidad. Los Juegos no se cancelaban, no había noticias de nada", contaba el deportista
criado en Torremolinos.Su puesta a punto la vivió desde el sótano de su casa, que sirvió de tatami improvisado y donde se pasaba la mayor parte del tiempo durante en confinamiento repasando sus firmes movimientos.
"Fueron muchos pensamientos negativos los que se te pasaban por la cabeza y veías que ibas perdiendo un poco la forma. El entrenador sí que es verdad que desde el minuto uno nos dijo 'Nos vamos a casa pero vamos a empezar a entrenar vía online' y nos mantuvo conectados. Pero fue muy duro hasta que se cancelaron", aclaraba Damián, añadiendo: "Fueron tres meses aquí metido y que ya te comían las paredes.
Ahora bajo al sótano y me da hasta asco, de todas las horas que he echado allí abajo".Todo esto le pilló en Madrid, donde entrenaba en el Centro de Alto Rendimiento, aunque no podía hacer uso de las instalaciones. "Nos fuimos para casa y la primera semana pensaba que iba a ser una semana de vacaciones y de relajación, pero no fue así", decía esbozando una pequeña risa durante la entrevista.
Cinco años de trabajo, esfuerzo e incertidumbre tuvieron su recompensa y se volvieron efectivos.
Damián Quintero ha demostrado ser un ejemplo de valentía y de superación de las adversidades en el deporte rey de Japón, donde no contemplaban enfrentarse a un rival tan fuerte.