Se debatía desde que salieron las alineaciones si lo del
Sevilla FC iba a ser un
4-3-3 o un
3-5-2, y a poco de comenzar el encuentro ya pudo apreciarse que era un poco de todo.
Lopetegui había mandado a
Gudelj que fuese una suerte de líbero, alguien que fluctuase entre el puesto de central y el de pivote, dependiendo de qué equipo tuviese el balón y en qué zona del campo.
Y lejos de ser el rival miedoso y deshilachado de siempre en el
Santiago Bernabéu, el nervionense se mostró desde el inicio como un conjunto bien plantado, con personalidad, que ocupaba convenientemente los espacios e iba dejando la sensación de saber qué disfraz le tocaba ponerse en cada momento. Funcionaba como de manera automática, con movimientos certeros, incluso en la salida, pese a la presión alta de un
Real Madrid que regresaba al
4-3-3 y con muchas novedades. Demasiadas para enfrentarse al cuarto de la tabla, quizás.
"Tener acierto en las áreas y ninguna laguna" era la receta de
Monchi antes del partido para que el
Sevilla sacase algo de donde nunca lo hace?. Pero si nunca lo hace también se debe en buena parte por las decisiones arbitrales. Y queda claro que da igual que esté o no el
VAR. Marcó por dos veces
De Jong, si bien el holandés vio cómo
Martínez Munuera le privaba del primero, que hubiese significado nada más y nada menos que el 0-1. Los visitantes, pese a ello, no se descompusieron nunca y sólo tuvieron un despiste en la marca, que supuso, eso sí, el 2-1. Con los grandes ya se sabe: ni te ayudan ni te perdonan.