El Benito Villamarín recuerda cada domingo quien era.
El mínuto 26 siempre será el de Miki Roqué. Y hoy el Real Betis también se ha encargado de rememorar que aquel joven central catalán nos falta desde hace diez años.
Se cumple una década de aquel fatídico 24 de junio de 2012. Sólo tenía 23 años, había luchado durante más de un año contra un cáncer que, de momento, amenazaba con retirarle del fútbol y que, finalmente, acabó con su vida.
Ese escalofriante 5 de marzo de 2011 había dejado al beticismo, a todos los aficionados al fútbol, helados tras confirmar que se le había detectado un cáncer en la clavícula. Era demasiado joven para sufrir una enfermedad tan dura. Durante quince meses luchó por volver a la normalidad, encontró el apoyo dentro del fútbol -Puyol fue un ejemplo- y fuera de él, pero la enfermedad más mortífera del último siglo se lo llevó por delante.
Su relación con el Real Betis había comenzado tres años antes, en 2009. Llegaba con el respaldo de haberse formado en el Liverpool y de haber debutado en el primer equipo con Rafa Benítez. Después, pasó por el Oldham Athletic británcio y por el Cartagena antes de recalar el club verdiblanco. Allí empezó en el filial y pronto se hizo un hueco en el primer equipo. En el que se esperaba que fuera el año de su consagración, a mitad de temporada, llegó la noticia, un cáncer que cortaba muchas ilusiones y esperanzas. Y que finalmente también acabó con su vida.
Sólo le permitió disputar
14 partidos como bético, poco más de 1.100 minutos. Suficientes para convertirse en una leyenda a la que se le recordará siempre.
Estadio Deportivo2 min lectura