Caras de circunstancias. Sonrisas a medias o, al menos, con mucho contexto detrás. Ni una palabra al respecto, más allá de las bromas e insinuaciones del presentador del acto, el humorista Manu Sánchez. La grada, con 40.000 almas entregadas, lo tiene claro: "Guido, quédate". El protagonisma saludaba. López Catalán no sabía dónde meterse. El deseo de ambas partes, en el fondo, sería continuar ligados no ya hasta 2024, sino más allá de ese límite contractual. De hecho, se tendieron puentes con sus agentes en busca de un blindaje que, puestos a venderle, dejara más réditos, incluso, en Heliópolis, aunque todos coinciden en que, por mucho que duela, la venta de Guido Rodríguez es a día de hoy la fórmula más factible para cuadrar las cuentas del Real Betis.
Los hechos en cuestión se produjeron durante la celebración con la afición del título de la Copa del Rey, ya de vuelta al Benito Villamarín para recibir sobre el césped (y luego encima de un escenario montado en la víspera para albergar una pantalla gigante delante del Gol Sur) el merecido baño de masas por el éxito sabatino. La procesión va por dentro, dicen. Y nadie puede poner una coma o una duda a la profesionalidad del pivote, que no ha hecho más que crecer desde que arribara en el mercado invernal de la 20/21 procedente del América, que se reservó un 30% de su pase. Ahora, tras su descanso ante el Elche, el italo-argentino debe completar las cinco jornadas que restan para final de curso para cumplir la cláusula de su contrato que obliga a los hispalenses, que ya lo hicieron cuando jugó 75 encuentros, a comprar otro 10% de sus derechos a un precio módico. Modiquísimo.
Y es que el pacto con los mexicanos se cerró en los valores de entonces, muy lejos de los 25 millones de euros en que la web especializada 'Transfermarkt' tasa a Guido Rodríguez. Con una cláusula de 80 kilos, ESTADIO Deportivo ya adelantó que
en la planta noble del Benito Villamarín tienen constancia del seguimiento de clubes importantes a su centrocampista defensivo y de que habrá propuestas en verano, alguna de ellas fuera de mercado, de las irrechazables. Llegará en ese momento una dura decisión entre el corazón y la cabeza. Porque el Betis era un club vendedor. Era una de las claves de su crecimiento, como la de otros iguales: sacrificar un elemento valioso para cuadrar las cuentas y rearmarse con otros que puedan, en un futuro, revalorizarse y generar plusvalías.
Ya reconoció el vicepresidente verdiblanco, José Miguel López Catalán, en una reciente entrevista radiofónica que hay 30 millones de desfase por culpa de la pandemia, porque en el presupuesto se contemplaron ingresos extraordinarios por este concepto que no llegaron. Toca desprenderse de alguien medianamente importante sin que afecte en lo posible al 'status quo'. Y todo apunta a que será Guido. El Atlético de Madrid, que ha preguntado por él, no llega por ahora a las cifras que se manejan en una operación que superaría los 45 kilos con los bonus. Suficiente para equilibrar y fichar un sustituto. Manuel Pellegrini habría dado su visto bueno, con los nombres de Ceballos, Grillistsch y Marc Roca sobre la mesa, pero la decisión está aparcada.
¿Por qué? Porque todavía pueden pasar cosas que cambien el guion. Un 'plan B'. El pivote no es el único que colecciona pretendientes. También Álex Moreno, William Carvalho (de marcharse Guido, se haría un esfuerzo para renovar y mantener al internacional portugués, por la labor), Canales, Fekir, Borja Iglesias... A estos últimos prefieren no tocarlos los técnicos, aunque aún está en el aire una hipotética clasificación para la Champions, con lo que los ingresos se dispararían y la necesidad de hacer caja disminuiría. Las caras en aquella celebración eran las que eran y escondían lo que se cuenta aquí, pero lo cierto es que todavía no hay nada cerrado, firmado ni archivado.