Su salida en 2017, ya con Ángel Haro como presidente y José Miguel López Catalán como mano derecha del villaverdero, escoció en la planta noble del Benito Villamarín. Para cualquiera, que el Real Madrid llame a tu puerta tiende a ser poco menos que irrechazable. Y algo parecido ocurrió con Dani Ceballos, tentado por Barcelona y otros clubes importantes de Europa tras sus buenas temporadas en el Real Betis. Los intentos de Lorenzo Serra Ferrer, entonces director deportivo, y un Quique Setién que acababa de desembarcar en el banquillo heliopolitano por convencerle fueron vanos. Ya había tomado la decisión de marcharse: los merengues pagarían su cláusula de rescisión, cifrada en 15 millones de euros, aunque con cantidades favorables para él, su familia y su agencia.
A raíz de esta operación, completada a desgana por los rectores verdiblancos, el club de La Palmera cambió el contrato tipo de los canteranos que daban el salto al primer equipo, blindándoles con el doble si querían ejercer el adiós unilateral, un trámite por el que pasó meses después Fabián gustosamente para dejar 30 millones en caja antes de irse al Nápoles. La comparación con el palaciego y las formas hicieron daño a la figura de Dani, que pasó a ser poco menos que 'persona non grata' para un amplio sector de la afición. Alusiones a su ostracismo en la capital de España y su 'hobby' alimenticio mientras permanecía en el banquillo, pitos y cánticos cada vez que volvía a su casa (acrecentados, pese a que pidió perdón, cuando marcó el gol del triunfo blanco por 1-2 en la 18/19) y avalancha de 'haters' en las redes sociales acompañaban al mutismo desde los despechos de la que fue su casa.
Con todo, el retorno al Betis estuvo siempre sobrevolando la figura de Ceballos, que lleva muchos años demostrando a propios y extraños su amor por los colores verde y blanco. Un sinfín de guiños, declaraciones poco ambiguas e indirectas muy directas que han hecho mella en el cada vez menor sector de la hinchada que seguía sintiendo rencor hacia él. Campeón de la Eurocopa sub 21, subcampeón olímpico, una Champions, una Copa inglesa, una Supercopa de España, el Mundialito de Clubes... El mediocentro ha ido engordando su currículo, cierto que a veces como protagonista secundario, pero no ha perdido de vista su deseo de volver a casa. El pasado verano, todo parecía atado y bien atado, como demuestran las declaraciones posteriores al cierre del mercado, tras un desmentido con la boca chica, de Antonio Cordón y el presidente heliopolitano, que dejaron caer que los caminos de ambas partes se cruzarían de nuevo "más pronto que tarde".
Entonces, la ausencia de fichas (nadie quería salir) y margen salarial, junto a la prioridad de contratar a su amigo Bellerín por la grave lesión de Sabaly, frustraron un desembarco que tampoco pudo ser en enero por cuestiones similares. El acuerdo verbal con Dani para que rebajase su ficha y para el Real Madrid para que aceptase un traspaso de bajo coste (no más de los 15 kilos que marca su valor de mercado) o una cesión con obligación de compra sigue sobre la mesa. La clasificación para Champions ayudaría por los ingresos extra (ya los habrá con la Supercopa), aunque, de momento, la dirección deportiva verdiblanca ha paralizado el fichaje de Álex Fernández, apalabrado a coste cero, hasta saber lo que ocurrirá con Guido Rodríguez, William Carvalho y Paul. Y también con el utrerano, 'indultado' por casi siete de cada diez participantes en la encuesta propuesta por 'www.estadiodeportivo.com': un 68% lo prefiere antes que el todavía jugador del Cádiz, que recoge un 32% de apoyo. El crédito de Dani está volviendo.