El
Celtic se le escapó vivo al
Real Betis este jueves. La derrota (
3-2) que cerraba la participación heliopolitana en la Fase de Grupos de la
Europa League solamente se puede explicar desde la
distensión lógica por no haber en juego más que prestigio y unos cuantos euros para las arcas. Además, la
impericia de los jugadores hispalenses, que remataron una docena de veces sobre la meta de
Scott Bain (seis de ellas entre los tres palos) y otras
dos al larguero (Paul y Juanmi, en las últimas acciones de cada periodo), justifica un resultado difícil de entender analizando las imágenes o las estadísticas. En cualquier caso, los
errores groseros de la
unidad B de Pellegrini, especialmente
a balón parado y en la defensa de
centros laterales, condicionaron el marcador.
Pero esa realidad no puede solapar la acción que resultaría decisiva. Corría el
minuto 77 cuando una pugna al borde del área entre
Edgar y Abada fue considerada como
penalti por el colegiado del encuentro,
Daniel Stafanski, sin que la revisión del
VAR invalidara la decisión del esloveno. Y eso que las imágenes de televisión demuestran a ciencia cierta que el contacto, de existir (de existir como relevante, pues es mínimo y en ningún caso provocaría el 'piscinazo' del extremo israelí), se produce
fuera del área. Las repeticiones ofrecidas por
Gol, que dedicó un espacio en sus redes oficiales para escandalizarse por la acción, no dejan lugar a la duda.
Uno de los comentaristas del canal,
Alberto Edjogo-Owono, expresó sus dudas sobre la marcha y las ratificó una vez vista la jugada desde diferentes ángulos. Lo
increíble es que el encargado de administrar la herramiento de videoarbitraje no comunicara al árbitro principal del encuentro su
error. La ley no escrita defiende, al menos en las competiciones europeas, que la
presunción de veracidad de la primera impresión del colegiado de campo se impone salvo que las repeticiones demuestren que se equivoca siempre que existe un
contacto entre defensor y atacante, por mínimo que sea. Sin embargo, en este caso, ni siquiera se discute que Edgar toque a Abada, que sería debatible, sino el lugar donde se produce el incidente, claramente al borde del área, pero no dentro.
Turnbull no perdonó desde los once metros, engañando a todo un especialista como
Rui Silva. Tampoco hubo imágenes con la línea del fuera de juego trazada en otra acción determinante, la del 2-1.
Henderson, en el primer balón que tocaba, empujó a la red en el segundo palo un centro-chut de Johnston, tras un error clamoroso de Edgar, que se entretuvo en la salida y perdió la pelota. La primera impresión es que el artillero escocés estaba
ligeramente más adelantado que el último zaguero bético, algo que no pudo ser comprobado fehacientemente.