La salida de
Sanabria del
Betis fue la única que se cerró el pasado mercado invernal en clave verdiblanca, dejando en las arcas del cuadro heliopolitano un montante de
siete millones de euros en fijo, cantidad que los italianos abonarán en dos plazos a lo largo de este curso, y otros tres más en variables, una buena operación a ojos de todos los implicados.
Sin embargo, el guaraní debió pisar por primera vez suelo italiano con el pie izquierdo porque, a día de hoy, el internacional paraguayo aún no ha podido ponerse a las órdenes del técnico turinés
Davide Nicola. Su positivo por
coronavirus nada más aterrizar le ha obligado a guardar la protocolaria y estricta cuarentena en un hotel de la ciudad, en el que permanece desde el pasado
28 de enero con su mujer y su hija.
Muchos confiaban en que para el encuentro de este sábado ante el
Genoa Sanabria apareciese, al menos, en su primera convocatoria, pero el de San Lorenzo ni siquiera pudo ejercitarse con sus compañeros en la última sesión de la semana, la del viernes, por no contar todavía con una
PCR positiva.
Entre los seguidores empieza a cundir la impaciencia, dado que el equipo se encuentra en una delicada situación clasificatoria, apenas un punto por encima del descenso y con un décifit importante de cara a portería (amén de ser el tercer equipo más goleado de toda la
Serie A).
Por ello, son muchos los mensajes que está recibiendo el jugador en las últimas horas, tanto de aficionados como de sus propios compañeros, como el argentino
Cristian Ansaldi: "¡Vamos, hermano, te estamos esperand Un abrazo, campeón!", le escribía en ex del Rubin Kazan, entre otros, en redes sociales.
Podría ser el próximo viernes 19, si finalmente
Sanabria consigue superar la
COVID-19, cuando debutase por fin en una lista con el Torino, que se medirá al
Cagliari.