Formado en la cantera de un
Betis donde su padre lo fue todo (jugador, entrenador y secretario técnico),
Roberto Ríos debutó de la mano de
Jorge D'Alessandro en la primera plantilla en 1992. Fue uno de los artífices del ascenso a Primera de 1994, consolidándose luego en la elite y llamando la atención, por su
contundencia en el eje de la zaga y su dominio del
juego aéreo, del mismísimo
Alex Ferguson, que vino a verlo varias veces para llevárselo al
Manchester United. Finalmente, el Athletic, limitado siempre en sus movimientos en el mercado, decidió pagar su cláusula en 1997, abonando
2.000 millones de las antiguas pesetas (12 de euros al cambio), una cifra
récord para ambos clubes durante muchísimos años.
Retirado a principios de este siglo, Ríos (48) se estrenó como
segundo entrenador de la mano de
Pepe Mel en la 10/11, logrando de nuevo, junto al míster madrileño, el retorno bético a Primera división. Ha estado prácticamente una década acompañándole en sus distintas aventuras, por lo que esta semana sorprendía el hecho de que Mel renovase su contrato con la
U.D. Las Palmas, pero el vasco no le secunde ya, sino
Ángel López, ex jugador verdiblanco y amarillo, que trabajaba en el filial grancanario.
La explicación oficial es que Ríos
regresa a Sevilla, donde tiene residencia, por
motivos personales, si bien su nombre
ya sonó como director deportivo, junto con el de
David Belenguer. Los tiros parece ir por
Antonio Cordón, pero la rumorología coloca al bilbaíno, en cualquier caso, dentro de la estructura técnica heliopolitana, bien como ayudante de
Pellegrini (que llega con
Rubén Cousillas y prefiere a
Martín Demichellis, pero que también continuará con
Marcos Álvarez en la parcela física, salvo sorpresa) o como adjunto a la dirección deportiva, en una especie de periodo de formación para dar el salto en un futuro.