Termina
en cuatro días esta
Liga eterna que el maldito coronavirus extendió hasta julio, privando de
público a los estadios y de salsa, en definitiva, a los partidos. Un campeonato
antinatural en su epílogo, acelerado en una
vorágine de jornadas sin solución de continuidad que el aficionado ha devorado por
televisión con animaciones audiovisuales que generaban la
falsa sensación de normalidad. Acaba una 19/20 tan
extraña y fría como
decepcionante en
Heliópolis, donde volvieron a quedarse lejos,
muy lejos, del objetivo marcado.
Los ánimos con los que el
Betis volvió del confinamiento, llenándose la boca de
remontadas épicas en pos de la séptima plaza, se diluyeron como un azucarillo en el
derbi. Ni la ausencia de afición mermó la superioridad del eterno rival, principio del fin de la etapa de
Rubi como entrenador verdiblanco. Las opciones se fueron apagando conforme llegaban los
malos resultados, parejos a unas
sensaciones igualmente negativas. Incluso, se llegó a temer por una
caída libre que pusiera en duda la permanencia, por lo que la directiva confió a
Alexis y Merino la labor de ser paracaidistas.
Con
picos para la esperanza y otros
vicios heredados, los heliopolitanos han llegado indemnes a este ocaso, aunque todavía tienen trabajo por delante en las dos jornadas finales. Empezando por la 37, que significará la despedida del Benito Villamarín. Por muy
desolador que sea el ambiente en las gradas -menos mal, porque el vestuario bético se ha ahorrado unas cuantas
pitadas-, toca honrar al Coliseo de La Palmera y brindarle un adiós como Dios manda. Resulta ya
imposible recomponer lo que se ha hecho trizas en los meses anteriores, si bien toda
sutura en la herida será bienvenida.
Enfrente, un
Alavés que se juega la vida y que habrá de demostrar, con mayor empeño e ímpetu que su anfitrión, lo
mucho más que le va en el envite. No puede mirar el Betis tanto al detalle, ni en si
favorece a uno u otro en la pugna por la salvación, ni antes en beneficiar o perjudicar al
eterno rival. Bastante tiene con lo suyo. Los babazorros, por cierto, viajan sin
Pacheco, Rubén Duarte, Ximo Navarro e Ismael, lesionados, y sin el sancionado
Martín Aguirregabiria. Por parte verdiblanca, no llega, obviamente,
Guardado, con una dolencia en el sóleo.
Alexis seguirá confiando seguramente en
Dani Martín, que ha respondido mucho mejor de lo esperado, bajo palos.
Emerson y
Álex Moreno formarían en los laterales, con
Mandi y
Feddal entrando en la rotación de la pareja de centrales. Por delante,
Guido Rodríguez y
William Carvalho serán el cemento de una medular que contará con
Canales como maestro de ceremonias,
Fekir acostado en la derecha (pero con plena libertad, como el cántabro) y
Pedraza (o
Joaquín) en la izquierda.
Borja Iglesias ejercería de punta de lanza en esta ocasión.