Profunda indignación e impotencia. Es lo que se siente en el beticismo por el
maltrato dispensado por los árbitros al Betis en la presente temporada, con agravios que se producen jornada tras jornada y que, aunque no sirven de excusa para justificar el pésimo rendimiento del equipo, sí que
ha lastrado la trayectoria heliopolitana.
El último asalto a los intereses verdiblancos por parte del estamento arbitral se produjo ayer en el partido contra el Celta, en el que el
colegiado González Fuertes, con el que ya llueve sobre mojado
por sus continuos 'robos' al Betis,
no señaló un penalti clamoroso de Rafinha sobre Guardado en la segunda parte, aún con 0-0.
El asturiano lo pitó en un principio al considerar que había habido contacto pero decidió revisarlo ante la cámara y, tras un rato pendiente de las imágenes,
decidió cambiar de opinión a pesar de que
la acción no ofrecía dudas. Es más,
los propios jugadores del Celta reconocieron que había sido penalti y que, por ende, el árbitro les había beneficiado.
Esta decisión, junto a otras de González Fuertes,
ha hecho estallar al beticismo, que exige al club que eleve una urgente protesta formal a los más altos estamentos del fútbol español por el maltrato arbitral que está recibiendo. Así lo ha expresado la afición bética en la encuesta realizada por
ESTADIO Deportivo en relación a la necesidad de que los dirigentes
reclamar el respeto que el Betis se merece.
Ha sido unánime, pues el 96% de los participantes en la encuesta
ven como una obligación que el Betis presente una queja oficial por los arbitrajes sufridos en este curso y los evidentes perjuicios.