Afirmar con rotundad a estas alturas del mes de abril que
Rubi va a ser la próxima temporada el entrenador del Betis es tremendamente arriesgado, por mucho que las filtraciones desde la planta noble del
Benito Villamarín y que los indicios apunten en este sentido.
Lo cierto es que
el futuro del banquillo es un asunto capital que preocupa y ocupa en
Heliópolis desde hace meses, pues la irregularidad mostrada por el equipo, con bandazos decepcionantes y chispazos (los menos) ilusionantes, no ayuda a esclarecer la decisión.
Según ha podido saber ESTADIO Deportivo, el preparador del Maresme
cuenta con adeptos en la comisión deportiva, en el consejo de administración, en otros departamentos del club y en el propio vestuario, aunque
también con detractores importantes. A nadie escapa su profesionalidad, su flexibilidad, su capacidad de trabajo y los avances (que los hubo) con una plantilla acostumbrada a otros roles y otros automatismos.
Incluso, su compromiso con la sostenibilidad de la entidad, apoyando y promoviendo los recortes salariales de los profesionales mejor remunerados para evitar un
ERTE (que afectaría a 430 trabajadores), habla muy bien a su favor.
Rubi, además, está siendo consultado respecto de todos los movimientos reseñables de
la planificación de la 20/21, un aspecto, por otra parte, habitual, aclaran a este periódico fuentes del Betis, puesto que, si bien es verdad que se ha enfrentado a dos ultimátums concluyentes, salió indemne de ambos. Es, con todos los derechos y obligaciones que el cargo supone,
el entrenador del conjunto verdiblanco, por lo que, ante un mañana que representa una duda razonable, no se le puede ni se le va a orillar en asuntos deportivos, máxime cuando su opinión profesional es muy valorada. Sin embargo, recalcan, no sería el primer técnico que ayuda a configurar un plantel que, después, acaba por dirigir otro.
El precedente más inmediato (2-1 al
Real Madrid, con un partido bastante completo en líneas generales) apuntala los cimientos del ex espanyolista, aunque en la
Avenida de La Palmera agradecerían contar con más elementos de juicio. Que se reanudara
LaLiga (ya está claro que a puerta cerrada y con un broche exprés durante el mes de julio, en el mejor de los casos) colaboraría a decantar la ajustada balanza sobre el de Vilasar de Mar, a quien
Haro,
Catalán y el resto de rectores está dando, como no podía ser de otra forma, su sitio desde el principio.
Paralelamente,
Alexis Trujillo, coordinador de una secretaría técnica que capitanea la dupla
Jesús Sánchez-Ángel Luis Catalina, continúa trabajando en el análisis tanto de la temporada actual, interrumpida por la terrible pandemia del coronavirus de
Wuhan, como de las alternativas que ofrece el mercado en cuantoa futbolistas y entrenadores.
Este periódico ya avanzó el pasado 3 de marzo, justo antes de que el deporte en particular y el mundo en general se paralizaran por la
Covid-19, que
Javi Gracia es la vía que mayor consenso generaba en las altas esferas heliopolitanas.
Incluso,
se habría sondeado ya a su entorno y al propio míster navarro para acercar posturas, conocer su disposición y sus condiciones, así como allanar un hipotético aterrizaje, descartado antes del final de la 19/20 por expreso deseo del ex del
Watford y por
la inviabilidad económica de un relevo a tan pocas jornadas del final. Para el próximo verano, todo se antojaba encaminada, si bien el panorama ha cambiado tanto que, recesión inminente incluida, ha obligado a clubes, jugadores y técnicos a replantearse el porvenir. Habrá que medir al milímetro el gasto, echar cuentas hasta por lo que parecería nimio en otra tesitura, para asegurar la viabilidad de un proyecto que desea contar con sus mejores piezas y luchar por objetivos ambiciosos, pero que, muy probablemente, recibirá bastantes menos ingresos de los previstos.