No habrá, salvo giro mayúsculo de los acontecimientos, destitución inminente de
Rubi, a quien los responsables béticos han vuelto a prolongar el
crédito por segunda o tercera vez en lo que va de curso. En la
planta noble del Benito Villamarín, después de los fiascos contra Leganés (0-0) y Mallorca (3-3), se incluyó la cita en Mestalla (2-1) en un pack de ultimátum tripartito que contaba, además, con el duelo casero frente al Real Madrid y el
derbi en el
Ramón Sánchez-Pizjuán como oportunidades para reaccionar. Se entiende que, una vez pasado ese 'Tourmalet', el calendario ofrece un perfil más amable, acaso con un único puerto de Categoría Especial (la visita al Wanda de mediados de mayo), amén de etapas más llanas a priori en las que recuperar terreno con la 'tete de la course': Granada, Athletic, Espanyol, Levante, Villarreal, Celta, Osasuna, Alavés y Valladolid.
De todo lo anterior se deduce que, de no haber 'meneo' sonrojante ante el
Real Madrid, lo normal es que el míster catalán llegue al duelo cainita, una decisión que se explica por varios factores. De un lado, entienden en los despachos heliopolitanos que la campaña 2019/2020 está ya prácticamente amortizada, por lo que, si bien Rubi firmó por tres años que no va a cumplir, no tiene sentido invertir ahora en un entrenador que, aparte de condicionar los movimientos del próximo verano, aumente el gasto para un ejercicio en que no habrá, por desgracia, extras económicos. Así,
Haro y
Catalán darán un último voto de confianza al de Vilasar de Mar por si suena la flauta, como ya ocurrió antes de Navidad, y la hipotética reacción tuviese continuidad. Para recurrir a un hombre de la casa, con todas las miradas puestas en
Juan Merino, siempre hay tiempo. Sería el linense, apoyado o no en
Alexis, el que terminaría de abrochar la permanencia con la máxima holgura posible, llegado el caso de extrema necesidad.
Por otra parte, los dirigentes béticos creen que el trabajo de Rubi está siendo bueno, por mucho que no haya dado de momento con una tecla que funcione más allá de una o dos jornadas. Valoran del ex de Huesca o Espanyol su empeño, su capacidad de trabajo, su carácter
dialogante, su
flexibilidad (no sólo táctica) y su
optimismo, pero los resultados no llegan (un único triunfo en 10 jornadas, con 3 puntos de 18 posibles, a 11 de Europa y ocho del descenso, eliminación copera ante un
Segunda división en dieciseisavos de final...) y las cuentas no salen.
Ocurre que la apuesta para la 20/21, aprovechando las diferentes ventanas que ofrece el contrato suscrito con Rubi para interrumpirlo antes de tiempo sin tener que abonar las tres anualidades completas, pasa por contratar a un entrenador de prestigio, sin experimentos, obviando a aquéllos con hambre y eligiendo a un profesional ya consolidado. Los que más gustan (
Pellegrini, Javi Gracia y Marcelino, sobre todo, pero no sólo ellos) no quieren o no pueden coger las riendas ahora. Incluso, no está descartado un retorno de
Setién que ya se valoró en octubre y noviembre pasado, pues parece que el cántabro no seguirá en la Ciudad Condal el año venidero, máxime si se convocan elecciones y gana la oposición a Bartomeu.
Haro y Catalán pasan de hipotecas: echarán el resto por uno de los tres referidos u otro 'plan B' del mismo nivel, ofreciendo al nuevo míster un contrato económicamente potente, un proyecto a tres años y, en cierta forma, las llaves de la planificación (con matices). Lo mejor, entienden en La Palmera, está por venir y exige un poco de paciencia.