Rubi dijo que tenía intención de
agitar el árbol, pero se ve que
no lo zarandeó con fe y que la competitividad sigue sin estar lo suficientemente madura, porque nunca cae del lado de 'su' equipo, un
Betis que hace muchas cosas bien, pero al que le falta siempre lo más importante:
ser decisivo en ambas áreas.
Es una mera cuestión de
-falta de- competitividad: de saber jugar los distintos partidos que se dan durante un encuentro, de que ruede la pelota sólo cuando le convenga, de tener arriba colmillo y, en general, mala fe.
A este Betis le quitan siempre el bocadillo en el recreo, mientras se está relamiendo.
Fue, de hecho,
en el descanso cuando cambió todo, por la lesión de
Maxi y la consiguiente entrada de
Guedes, con la que
Celades modificó su sistema,
ganando la batalla del centro del campo, hasta entonces perdida, y
amenazando de verdad tras el robo.
Quizás no
"más solvente fuera de casa", como destacó en la previa
Rubi, porque la solvencia tiene que ver con esa competitividad de la que adolece que con el orden, pero sí es cierto que
el cuadro verdiblanco estaba siendo hasta el ecuador más equipo, merced a un buen funcionamiento de
su bloque defensivo. Con las líneas adelantadas y en pocos metros,
no dejó correr a un
Valencia que trató de salir de inicio
'a lo Marcelino'. Esto es, recogido en su campo e intentando transitar veloz a la contra.
No lo consiguió, pero un
Betis incapaz de aprovechar el nerviosismo de Cillessen
le dejó con vida y Gameiro, cuando los ches ya estaban más cómodos, castigó la
pasividad de un Rubi que sólo cambió, y a lo loco, cuando tuvo ya todo muy cuesta arriba.
Cuando una lesión es oportunaÉl es más estilo Barça, de 4-3-3, posición y juego en campo contrario, pero los últimos resultados en contra y la fragilidad del Betis tras la pérdida llevaron a Celades a recuperar el 4-4-2 de Marcelino. Y fue superado...
hasta que se lesionó Maxi y pasó al 4-1-4-1.