Es muy difícil sacar conclusiones sesudas del encuentro copero en
Portugalete y, en cualquier caso, resultaría totalmente desanconsejable elevar algo a definitivo; pero entre lo más reseñable de la victoria del
Betis ante este modesto equipo del Grupo IV de Tercera división están las primeras dosis de
Carles Aleñá.
Fue una especie de ‘tráiler’ que sirve como adelanto de lo que el joven centrocampista cedido por el
Barcelona puede aportar en los esquemas de Rubi.
El de Mataró, después de una primera toma de contacto en los 9’ que jugó ante el Alavés como ‘falso extremo’ (salió por
Fekir y cayó a la derecha), fue titular por primera vez en su nuevo club. Lo hizo al lado de
Canales en ese particular doble pivote bético, en el que el verdadero ‘5’ es el líbero -sobre todo en el caso de ayer, cuando un liberado
Édgar aparecía mucho en campo rival, anticipando y robando- y los dos centrocampistas se reparten labores creativas.
Aleñá dio mucho respiro al cántabro y demostró tener sacrificio para ayudar en la resta y calidad para asociarse en la salida, además de su ya conocida habilidad en los últimos metros: asistió a
Álex Moreno en el 0-1, inició la acción del 0-3, obra de
Joaquín, y tuvo alguna ocasión, llegando desde atrás, para poder marcar.
El catalán, que acabó en la derecha tras la entrada de Guardado por
Lainez, puede aportar muchas cosas y en muchos sitios a este Betis. Y todo ello lo demostró en condiciones adversas, ante un rival menor encerrado y jugando sobre una pradera con un altísimo pasto en el que el balón era casi indomable y en el que era casi imposible rasear o circular por dentro.
Así, los heliopolitanos tuvieron que explorar otras vías para generar peligro. Muy vigilados los extremos (activo
Lainez y algo más apagado
Tello), abrieron hueco mediante tiros lejanos y percutieron con verticales irrupciones de los carrileros.