Encontrar una palabra que defina la temporada del
Betis, al margen de la decepción que ha supuesto no conseguir el objetivo, es complicado. De hecho, el curso verdiblanco ha pasado por diferentes fases, marcado principalmente por la vuelta a Europa y la participación en una
Copa del Rey en la que se quedó a las puertas de la final que se disputará esta noche en su estadio.
Posiblemente, la eliminación casi consecutiva de estas dos competiciones supuso un antes y un después a una temporada que arrancó como la más ilusionante de los últimos años y acabó con la salida de su entrenador por no haber alcanzado plaza europea.
Para el curso 18/19, se asumió la marcha de jugadores importantes como
Fabián o
Adán, se acometió una profunda reestructuración en la portería, para la que llegaron
Joel y Pau López, y se confeccionó una plantilla en la que se mezclaron jugadores llegados a coste cero, como
Inui o Canales, con otros como
William Carvalho, Lo Celso -por el que sólo por la cesión ya se pagaron 3 millones de euros al PSG- o, después en enero
Lainez o Jesé, además de la continuidad de los
Joaquín, Bartra, Sanabria... lo que suponía un salto cualitativo en el plantel.
En el debe de la planificación, la ausencia de competencia para
Junior en el flanco izquierdo, para el que se confió en la versatilidad de
Tello, Francis o incluso Guardado y la de un delantero, pese a que
Loren firmó el año anterior una segunda vuelta de récord y se esperaba la definitiva 'aparición' de
Sanabria, con
Sergio León como goleador suplente de lujo. Sin embargo, muchos jugadores rindieron por debajo de lo esperado, otros no contaron con la confianza del entrenador o su aportación ha sido muy limitada, dando como resultado una temporada desilusionante.