Este sábado en el Villamarín se espera una auténtica fiesta. El Betis despide un buen año y espera hacerlo con una victoria antes del parón por las Navidades con la que el equipo consiga afianzarse en la quinta posición de la tabla clasificatoria.
Pero ese encuentro ante el Eibar de José Luis Mendilibar será especial por otros motivos para un jugador heliopolitano.
Se trata de Takashi Inui, que recibe al que fue su equipo durante tres temporadas y al que dijo adiós el pasado verano para poner rumbo a la capital hispalense. Inui se reencuentra por primera vez con su pasado más reciente y exitoso y lo hará en una situación no muy cómoda e, incluso, inesperada.
De hecho, el internacional japonés no ha logrado alcanzar el rendimiento que se le presupone. Su participación en el Mundial de Rusia, en el que fue una de las revelaciones del torneo, le ha lastrado de una forma considerable en la temporada, en la que acumula apenas 744 minutos repartidos en 14 encuentros en todas las competiciones.
Su papel en el Betis, de momento, es muy secundario, aunque Setién está convencido de que recuperará su nivel y aportará mucho al equipo. De hecho, ni siquiera se plantea la posibilidad de buscarle una salida en el próximo mercado invernal.
Tanto el técnico cántabro como la dirección deportiva están convencidos de que Inui volverá por sus fueros y que es sólo cuestión de paciencia.
Son muchas las esperanzas que tienen depositadas en el nipón,
cuya salida rumbo a Sevilla el pasado verano truncó una relación de tres años con el conjunto armero, donde era uno de los jugadores más queridos y mejor valorados para la afición, que descubrieron a un exótico y polivalente mediapunta, que llegaba procedente del Eintracht Frankfurt, y que se convirtió,
tras el pago de 300.000 euros, en el fichaje más caro de la historia del club.
De carácter entrañable, metódico y muy profesional, Inui no tardó en hacerse un hueco en el vestuario y de ganarse la simpatía de la grada. Allí disputó un total de 94 partidos, en los que anotó 11 goles y dio 12 asistencias.
Fue eso precisamente, además de su condición de agente libre, lo que despertó el interés del Betis, que se adelantó a muchos equipos y logró cerrar la operación con celeridad.
"Me voy del Eibar porque quiero seguir creciendo", dijo en su despedida, unas palabras que entendieron a la perfección los aficionados eibarreses, que guardan un recuerdo imborrable del futbolista verdiblanco, que llegó a coste cero el pasado verano.
Gracias a su personalidad, Inui también ha logrado congraciarse con la parroquia verdiblanca, que, siendo todavía jugador del Eibar, le dedicó una sonora ovación cuando visitó el Villamarín la temporada pasada, a pocas jornadas del final del campeonato y cuando el acuerdo con el Betis era ya un hecho. Inui saltó al césped en el minuto 62 de partido en lugar de Gonzalo Escalante.
Justo en ese momento, la grada del Villamarín le recibió con aplausos, una bienvenida que se extendió al término del encuentro, cuando el capitán Joaquín compartió una pequeña charla con él que sellaron con un abrazo. Un día que a buen seguro fue inolvidable para Inui, como se espera que sea este sábado.