Mucha más alegría en su juego. Eso es lo que, a grandes rasgos, se le pudo ver ayer al Betis de Alexis, que apenas contará de tiempo para imponer su sello en el plantel verdiblanco, más allá de algún que otro retoque y de tocar la fibra sensible y el amor propio de cada uno de los jugadores. Poco, pero efectivo. Y es que ante el Atlético de Madrid se vio a otro equipo muy distinto que al que se había arrastrado por el terreno de juego jornadas atrás, con Víctor Sánchez del Amo al frente del vestuario. Un Betis con un juego mucho más vistoso, que dejó atrás la zaga de cinco y que se dibujó de inicio sobre un 4-2-3-1 del que se cayó Rubén Pardo, gozando Dani Ceballos de total libertad de movimientos, generando así superioridad en las diferentes parcelas del campo. Un Betis con laterales muy largos, jugando Jonas Martin y Joaquín como interiores, mientras que el utrerano, de mediapunta, escoltaba a Rubén Castro arriba, como principal referente en ataque.
Y así, lógicamente, los de Heliópolis vivieron más tiempo en campo contrario, circulando la pelota principalmente en tres cuartos de campo, a diferencia de lo que meses atrás tenía acostumbrado a los suyos, con la mayoría de sus hombres en campo propio y todo lo que ello conllevaba en cuanto a carencias ofensivas. Y todo eso, sin desguarnecer la parcela defensiva, actuando Petros y Brasanac en el doble pivote, otorgándole a Ceballos, principalmente, y Joaquín, la tarea creativa. Un Betis, en definitiva, mucho más entretenido que el de hasta ahora.