Un
bético junto a un
niño, probablemente su hijo. Un señor, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática -si el dato que manejo es correcto-, junto a un pequeño. Ambos luciendo orgullosos distintas camisetas del
Betis. Ambos asistiendo al
Benito Villamarín, para ver y animar a su equipo, soportando un calor de justicia. Ambos portando una pancarta en la que expresaban el mismo deseo,
'Víctor vete ya', que coreaban miles de béticos.
Sin insultar. Ejerciendo, con respeto y sin el más mínimo atisbo violento, su derecho a expresarse libremente. En ese contexto, durante el
Betis-Eibar, y según pudieron captar las cámaras de Movistar Plus, la seguridad privada del estadio recibió órdenes de prohibir la exhibición de la pancarta e intentó, sin éxito, arrebatársela a su dueño. Entre hacer todo lo posible por erradicar de raíz cualquier semilla de la que pueda brotar
violencia, y adoptar las mismas decisiones represivas que en su día tomaba
Lopera, hay una línea muy fina que los actuales dirigentes del
Betis han vuelto a sobrepasar.
No es la primera vez. Ya expulsaron a un aficionado de la ciudad deportiva por llevar una camiseta del conjunto bético con el lema 'Comegambas, fuera del
Betis'. Formas dictatoriales que nada tienen que ver con luchar contra los violentos y que chocan con el
Betis libre de todos los béticos que nos vendieron
Haro y
Catalán.