¿Qué hacer con
Nahuel Leiva? Es la pregunta que se hacen hoy en la planta noble del
Benito Villamarín, conscientes del pobrísimo rendimiento del extremo hispano-argentino, cedido por el
Villarreal por dos temporadas y, por lo tanto, con un año más de contrato por delante. Una temporada más en la que no tendría sentido alguno su continuidad.
Ni para ambos clubes, ni para el futbolista, que contaba poco para
Gustavo Poyet y que ha desaparecido del todo con
Víctor Sánchez del Amo, sobre todo después de su infantil expulsión en Granada por darle un bofetón a un rival.
Desde aquel episodio, que le costó una sanción de dos partidos,
Nahuel encadena siete jornadas seguidas sin ni siquiera entrar en la convocatoria (las cinco últimos por decisión técnica).
En lo que va de curso suma la exigua cifra de 116 minutos en siete partidos, guarismo que le sitúa como el que menos ha jugado de los 26 futbolistas utilizados en lo que va de Liga por el
Betis, por detrás incluso de
Zozulia (150’),
Fabián (156’) o
Musonda (275’), que salieron en el mercado invernal.
Su mayor participación son los 33 minutos que jugó ante el
Villarreal, su club de origen y próximo rival, que no incluyó ‘cláusula del miedo’ en su cesión.