Fue el primero en intentar levantar el ánimo del equipo cuando en el minuto ocho marcó Gaitán y luego se puso manos a la obra para tratar de llevar al Betis hasta el empate. Dani Ceballos mandó en el centro del campo, un territorio que rara vez cede Simeone, sobre todo en el Calderón, pero que el utrerano supo hacer suyo ayer.
Demostró tener la lección aprendida y en esta ocasión bajó a iniciar la jugada desde el principio. Lo que pierde el Betis de calidad en el último pase lo gana en fluidez en la creación cuando Ceballos inicia la jugada. Durante muchos minutos campó a sus anchas a orillas del Manzanares -cuando le dejaron, porque recibió seis faltas-, haciendo jugar a su equipo.
Tampoco le faltó trabajo, pues se fue hasta las trece recuperaciones, en una muestra más del crecimiento experimentado en una posición que exige tanto el pincel como la brocha gorda. Le faltó fuelle al final, cuando Víctor le quitó el músculo de Brasanac y el Atlético pudo dormir el partido.